Asociación Ronda80. Voluntariado

Blog para los voluntarios de la Asociación Ronda80 y público en general.
Contiene la agenda de actividades para voluntariado organizadas por esta asociación y una recopilación semanal de cinco noticias de interés que se envía por e-mail.

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miércoles, 26 de diciembre de 2007

312

Ronda80

Siena newsletter

Cinco tendencias de actualidad para tus argumentos públicos

AÑO VII N 312 del 24 al 1 de enero de 2008


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"El Belén de la globalidad"

artículo de josé garcía román en ideal granada

domingo 23 de diciembre de 2008

EN ciertas barriadas de la sociedad, el villancico y el belén han sido declarados 'no gratos' en nombre de la libertad. Los hacen culpables de la situación de gentes sin rumbo, domeñadas, que frecuentemente callan para medrar. El villancico y el belén están bajo sospecha, pues ofenden al espíritu de una civilización que aboga por desprenderse de ataduras que tengan que ver con pasados y presentes impropios de un progreso de panderos aduladores y ritmos agitados, de sonrisas perpetuas, temperaturas alocadas y medioambiente enfermo. Los que han descubierto que algunas herencias pueden dañar la libertad de los que no dejan pasar ni una en el belén de la vida se estrellan cada diciembre contra las niñadas y bagatelas del mundo del villancico, de la inocente fantasía que construye anacronismos para unos días, sin destruir la naturaleza.

El belén es una representación de la solidaridad, un microcosmos de ilusión que imaginamos todos los inviernos, inventando decorados y atmósferas para vestir la desnudez, ayudar al necesitado, dar calor al que pasa frío y alegría a quien sufre tristeza. La maldad la instalamos en la montaña -con vigilante guardia pretoriana-, como nota discordante en el entramado soñado, no exento de magia. El río, las cascadas, los minifundios, las rocas, la nieve, los árboles y las pequeñas figuras se orientan por las señales de la estrella que indica la dirección de la verdadera progresía, cuyo albor, custodiado por ángeles, es mimado por dos animales adelantados que ofrecen su aliento a la ternura encarnada.

Los belenes han reflejado las diferentes zonas de la clase social, del mismo modo que ocurre en todos los regímenes políticos. Ha habido y hay belenes lujosos, envueltos en bienestar y prosperidad, y belenes desamparados y desahuciados, contrahechos o de papel, al abrigo de un brasero de picón, que denuncian graves desigualdades y una excesiva ventura, vestida de destellos.

Hoy se ha impuesto la meteórica modernidad que, con sarcasmo y asesorada por el fingimiento, opta por un belén 'alejado' de hipocresías y dobleces, porque se entiende que los belenes de nuestra niñez deforman la mente y son representaciones de añoranzas que expresan afectos vanos, ideas rancias en una realidad agresiva, hiperproductiva, competitiva y desafiante que dice evitar servidumbres y vínculos inadecuados. El belén de nuestro tiempo es pragmático: en el portal han colgado el cartel «se vende» (como bajo comercial es más rentable). Los caminos están poblados de yerbajos. Los ríos -secos- se pierden entre la maleza. Han muerto el tomillo y el romero. En los montes proliferan las torretas de acero, los plásticos de invernadero, las heridas de canteras, los macizos de cemento. Las nieves se han marchado, siendo suplidas por la 'innivación'. Las estrellas han sido ahogadas por la luz del progreso. Se alquilan las copas de los árboles. Los animales han desaparecido de su hábitat: se encuentran hacinados en campos de concentración. Sólo pastan los hombres en los pocos pradales que quedan. Los reyes, que vienen de todos los puntos cardinales del mundo a apoderarse de cuantos tesoros encuentran y a colocar a sus pajes para cobrar comisiones y abusivos tributos, siguen la estrella de la guerra, imponiendo un sistema que conduce a la destrucción del Planeta. El castillo de Herodes es el nuevo 'portal' que alberga el 'misterio'. Sus embajadores anuncian la buena noticia oficial y sitúan vallas para poner orden en la gente que lleva los dones de la sumisión y el vasallaje, rodeada de canes que avisan de los límites del sendero, por lugares que presumen de posadas de cinco tenedores y portales de cinco estrellas, con orquestas y directores asombrosos que arrancan sones vibrantes de metales que rugen en un cielo de esplendores y refulgencias de fiesta. El dispendio y la penuria, bien cogidos de la mano, disfrutan del belén de la injusticia social, de la especulación privilegiada, de los juegos saturnales, de las fiestas de los solsticios de invierno, del sol invicto. Por todas partes se oye el mismo cantar: ¿Gloria al poder en las alturas y paz a los hombres de la globalidad!

Pero este no es mi nacimiento, ni el que yo hubiera montado la semana pasada con los 'deshechos' de la humanidad, la 'escoria' del mundo, la 'vergüenza' de la progresía, el 'bochorno' de la modernidad, rodeado de animales famélicos, montes dinamitados, ríos contaminados, aunque con pastorcitos valerosos y generosos. No. El mío sigue siendo de barro, de ingenuidad artesanal y cabal, donde llueve y nieva, y no hay contaminación. Mis pastores son de verdad, como mi ganado, mi paisaje, mis ríos, mis montañas, mis olores, mis luces, mi cielo. En tan pocos metros no cabe la desfachatez ni la mentira, mas sí un nacimiento alejado de estruendos de banalidades en el que los ojos dirigen su mirada de fantasía a una pequeña 'luz' que podrá convertirse con el paso del tiempo en el 'sol' que ciegue opresiones y frene arrogancias. La ilusión hecha barro camina hacia el portalico donde un pesebre es esperanza para una sociedad débil, falta de calor. Un belén en el que las voces celestes son protagonistas y el pregón brota del corazón de «los hombres de buena voluntad», que nos recuerdan que la Navidad es una revelación personal que cada año debemos hacerla realidad.

El nacimiento es una vuelta a nuestra niñez de guantes de lana, de sonrisa de ángeles, de afinadas y argentinas campanas y frío invernal, de palabras heladas al contacto con el aire acariciado por el humo de las chimeneas. Dijo Hamilton Wright Mabi (nadie sabe quién es) que la Navidad «une a todo el mundo en una conspiración de amor». Ése es el belén que intentamos montar en el umbral del invierno, aunque sepamos que la unión se producirá en la última Navidad de la Tierra, cuando finalice el carnaval y desaparezcan las máscaras.

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"Y habitó entre nosotros"

articulo de ignacio sánchez cámara en la gaceta de los negocios

lunes 24 de diciembre de 2008

No hay error más desastroso que la creencia de que la fe religiosa se opone a la razón

Nada de irracional hay en la entraña de la Navidad ni, en general, en el mensaje cristiano. No es la fiesta sentimentaloide con la que intentan confundirnos: es la fiesta de la fe racional, de la esperanza inteligente, del amor infinito. De entre todas las religiones, todas ellas respetables expresiones del hambre humana de Absoluto, sólo una expresó la gran verdad: Dios se hace hombre. Eso es lo que millones de cristianos y de hombres de buena voluntad que buscan al Dios único y verdadero (y buscarlo es haberlo encontrado ya) celebramos la próxima madrugada. El logos (razón, palabra) se hizo carne en Belén de Judea "y habitó entre nosotros". La razón hecha humanidad. Así, lo que vino al mundo el día de Navidad fue la esperanza. Desde entonces, de nosotros depende que sobreviva en nuestro interior. Muy bellamente lo expresó Charles Péguy: "La fe que amo más, dice Dios, es la esperanza. La caridad no me sorprende. Lo que me admira es la esperanza. Esa pequeña esperanza que parece de nada. Esa niñita esperanza. Inmortal. La Fe es una Esposa fiel. La Caridad es una Madre. Una madre ardiente, toda corazón. La Esperanza es una niñita de nada. Que vino al mundo el día de Navidad. Esa niñita de nada, sola, llevando a las otras, atravesará los mundos". A la esperanza acaba de dedicar su segunda y magistral encíclica Benedicto XVI, cuyas primeras palabras son de la Carta de san Pablo a los Romanos: "en esperanza fuimos salvados". Y Cristo es la esperanza.

Pero, ¿quién fue (es) Cristo? En su libro Jesús de Nazaret, el Papa menciona tres expresiones en las que Jesús oculta y desvela al mismo tiempo el misterio de su propia persona: Hijo del hombre, Hijo, Yo soy. Las tres, profundamente enraizadas en el Antiguo Testamento. También declaró que era el Camino, la Verdad y la Vida, y el Cristo, el hijo de Dios vivo, el Mesías que esperaba el pueblo de Israel, el Salvador del mundo. Entonces, la persona de Jesús de Nazaret nos sitúa ante una alternativa en la que se juega nuestra propia existencia: o dijo la verdad, o es un farsante o un loco. Pero no existe otra alternativa. Lo único imposible es el Cristo "progre". Lo único que no puede ser Jesús es un hombre admirable que predicó un maravilloso mensaje moral de amor y liberación. Lo que no puede ser Cristo es un reformador o revolucionario político y social. No puede ser sólo un gran hombre ni tampoco el fundador de una gran cultura ni de una nueva civilización. O es Dios, o fue un loco o un farsante. Ahí reside la elección. Y es natural que la más radical verdad no resulte evidente. La convicción de que con Él sucedió algo realmente extraordinario y el testimonio de sus discípulos es un poderoso argumento a favor de la fe. Por otra parte, la sobrehumana grandeza del mensaje testimonia en contra de la hipótesis del loco y del farsante. Pero nadie ha demostrado que lo extraordinario y misterioso sea irracional. No es racional admitir sólo lo que podemos captar a través de los sentidos. Lo racional y lo empírico no se identifican. Por lo demás, sin Dios no sólo se desvanece el fundamento de nuestra esperanza sino también la posibilidad de comprender el fundamento del mundo. Si Dios no existiera, todo sería absurdo. Más aún, nada sería. No hay más desastroso error que la creencia de que la fe religiosa se opone a la razón. Bastaría acaso para mostrar ese error la comprobación de que la mayoría de las más poderosas inteligencias filosóficas y científicas y de los genios artísticos han creído que Jesús era el Hijo de Dios.

Podemos preguntarnos: ¿Cuál es la relación entre el cristianismo y nuestra civilización occidental? ¿Forma aquél un ingrediente esencial de ésta? En cierto modo, sí, y en otro no. Si Cristo no limitó su obra salvadora a los judíos, tampoco podía limitarla al ámbito de una civilización. Es un mensaje universal. Serán cristianos quienes lo acepten y no lo serán quienes lo rechacen. La cultura europea y la occidental pueden exhibir grandes logros, precisamente porque acertaron a hacer suyas grandezas ajenas, como la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana. Somos más testigos y depositarios de esas grandezas que sus autores y creadores. Una vez realizado ese ejercicio de modestia y de verdad, cabe huir de todo acomplejamiento y de todo relativismo. La verdad es patrimonio de todos los hombres. Si Cristo no nació para liberar políticamente a Israel, tampoco lo hizo para fundar una cultura.

En cualquier caso, no existe ninguna inferioridad filosófica en el cristianismo. La malintencionada afirmación de que el cristianismo es un platonismo para el pueblo encierra, sin embargo, cierta verdad. Lo que el platonismo entraña de verdad filosófica accesible sólo a unos pocos, el cristianismo lo hace verdad y vida para todos. Ser como niños no significa volverse necios. Sólo una época ignorante y que camina entre tinieblas, puede pensar que la esperanza es ilusoria y la fe, fruto de la ignorancia y de la superstición y enemiga de la libertad. No puede haber sabiduría más alta y profunda que la cristiana si es verdad que Cristo es el logos eterno que se hizo carne y habitó entre nosotros.

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"El negocio de la vida"

articulo de juan manuel de prada en abc

15 de diciembre de 2007

LAS informaciones que diariamente nos suministra ABC nos permiten hacernos una idea del negocio cochambroso que se esconde detrás del aborto. Tras el escándalo de los mataderos barceloneses, ahora le toca el turno a Madrid. Fetos descuartizados y arrojados al contenedor de la basura, informes en blanco con la firma de psiquiatras inescrupulosos, historias clínicas de abortos clandestinos destinadas a la trituradora de papel... Puro estajanovismo al servicio del crimen industrial. Y, detrás de tanta ignominia, una procesión incesante de mujeres demolidas saliendo de los mataderos, expoliadas de la vida a la que prestaban su sustento, huérfanas del hijo que habían concebido, marcadas para siempre por una decisión que no habrían tomado si no las hubiese atosigado la necesidad o el miedo insuperable, perseguidas para siempre por la sombra de un crimen que no habrían cometido si alguien les hubiese hecho saber que no estaban solas, que el hijo que crecía en sus entrañas era valioso y único, que en la supervivencia de ese hijo se cifraba nuestra supervivencia social.

La inspección de sanidad de la Comunidad de Madrid ha cerrado algunos de estos mataderos «por considerar la existencia de un riesgo grave para la salud de las personas». Es una medida administrativa loable, pero insuficiente. Pues de lo que se trata no es de cerrar tal o cual matadero porque incumpla tal o cual normativa sanitaria, porque arroje a la basura los cadáveres de esos niños nonatos en lugar de arrojarlos a la incineradora. De lo que se trata es de que ninguna mujer sea empujada a abortar. Y para ello hace falta algo más que un riguroso cumplimiento de la normativa sanitaria. Hace falta que esas mujeres que abortan se tropiecen con el abrazo de una sociedad que las acompaña samaritanamente en su difícil trance, que se compromete en su desdicha, que se compadece de su sufrimiento porque esa vida de la que son portadoras es dueña de un destino inalienable. Hace falta que la tragedia de esas mujeres sea la tragedia de la sociedad entera: hace falta que ellas lo sepan y que cada uno de nosotros lo sepamos.

La herida que el relativismo moral nos ha infligido, bien lo sé, es profunda y no cesa de sangrar. El egoísmo y la cobardía se han aliado con la basura cósmica del feminismo progre para justificar o condescender con tanta bestialidad. Pero quiero pensar que aún hay personas que se rebelan contra lo que consideran un crimen de lesa humanidad. Y quiero pensar que esas personas buenas también se cuentan entre quienes nos representan; quiero pensar que aún existen al frente de nuestras instituciones personas que sienten cómo su conciencia se revuelve ante el espectáculo de tanta vida arrojada al vertedero, que se sienten un poco más muertos cada vez que una de estas vidas nos es arrebatada, cada vez que una de estas vidas no alcanza a cumplirse. Quiero pensar que esas personas existen; sé que existen, porque a veces he hablado con ellas, he compartido con ellas mi inquietud y mi rabia, que son las suyas.

Por un momento, mientras me desayunaba las informaciones de ABC sobre el turbio negocio del aborto en los mataderos de Madrid, he pensado que Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón podrían ser dos de esas personas. Y he pensado que quizás ellos también se hayan desayunado esa cochambre; he pensado que tal vez algo se haya revuelto dentro de ellos mientras lo hacían, algo que incumbía al fondo de su humanidad. Y he pensado que acaso, después de sentir cómo el frío helador de la muerte se inmiscuía en su aliento, se han telefoneado y se han dicho: por fin hay una causa en la que podemos emplear nuestros esfuerzos de consuno, por fin hay una causa que nos interpela a ambos y en la que ambos podemos actuar como vanguardia de humanidad. Y he pensado que ambos podrían salir a la palestra para garantizar a cualquier mujer residente en sus respectivas demarcaciones que se haya quedado embarazada un compromiso firme de la sociedad que representan: el compromiso de que esa vida de la que son depositarias alcance su destino, el compromiso de que no habrá necesidad ni miedo que puedan cercenar ese destino. Si se decidieran a asumir ese compromiso, habrían hecho el negocio de su vida.

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" La cuestión del aborto"

artículo de archivo de julián marías publicado en abc

1994

LA espinosa cuestión del aborto voluntario se puede plantear de maneras muy diversas. Entre los que consideren la inconveniencia o ilicitud del aborto, el planteamiento más frecuente es el religioso. Pero se suele responder que no se puede imponer a una sociedad entera una moral «particular». Hay otro planteamiento que pretende tener validez universal, y es el científico. Las razones biológicas, concretamente genéticas, se consideran demostrables, concluyentes para cualquiera. Pero sus pruebas no son accesibles a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres, que las admiten «por fe»; se entiende, por fe en la ciencia.

Creo que hace falta un planteamiento elemental, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen, de una cuestión tan importante, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer.

Esta visión ha de fundarse en la distinción entre «cosa» y «persona», tal como aparece en el uso de la lengua. Todo el mundo distingue, sin la menor posibilidad de confusión, entre «qué» y «quién», «algo» y «alguien», «nada» y «nadie». Si se oye un gran ruido extraño, me alarmaré y preguntaré: «qué pasa?» o ¿qué es eso?». Pero si oigo unos nudillos que llaman a la puerta, nunca preguntarés «¿qué es», sino «¿quién es?».

Se preguntará qué tiene esto que ver con el aborto. Lo que aquí me interesa es ver en qué consiste, cuál es su realidad. El nacimiento de un niño es una radical «innovación de la realidad»: la aparición de una realidad «nueva». Se dirá que se deriva o viene de sus padres. Sí, de sus padres, de sus abuelos y de todos sus antepasados; y también del oxígeno, el nitrógeno, el hidrógeno, el carbono, el calcio, el fósforo y todos los demás elementos que intervienen en la composición de su organismo. El cuerpo, lo psíquico, hasta el carácter, viene de ahí y no es rigurosamente nuevo.

Diremos que «lo que» el hijo es se deriva de todo eso que he enumerado, es «reductible» a ello. Es una «cosa», ciertamente animada y no inerte, en muchos sentidos «única», pero al fin una cosa. Su destrucción es irreparable, como cuando se rompe una pieza que es ejemplar único. Pero todavía no es esto lo importante.

«Lo que» es el hijo puede reducirse a sus padres y al mundo; pero «el hijo» no es «lo que» es. Es «alguien». No un «qué», sino un «quién», a quien se dice «tú», que dirá en su momento «yo». Y es «irreductible a todo y a todos», desde los elementos químicos hasta sus padres, y a Dios mismo, si pensamos en él. Al decir «yo» se enfrenta con todo el universo. Es un «tercero» absolutamente nuevo, que se añade al padre y a la madre.

Cuando se dice que el feto es «parte» del cuerpo de la madre se dice una insigne falsedad porque no es parte: está «alojado» en ella, implantado en ella (en ella y no meramente en su cuerpo). Una mujer dirá: «estoy embarazada», nunca «mi cuerpo está embarazado». Es un asunto personal por parte de la madre. Una mujer dice: «voy a a tener un niño»; no dice «tengo un tumor».

El niño no nacido aún es una realidad «viniente», que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino. Y si se dice que el feto no es un quién porque no tiene una vida personal, habría que decir lo mismo del niño ya nacido durante muchos meses (y del hombre durante el sueño profundo, la anestesia, la arteroesclerosis avanzada, la extrema senilidad, el coma).

A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: se dice que es la «interrupción del embarazo». Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades. La horca o el garrote pueden llamarse «interrupción de la respiración», y con un par de minutos basta. Cuando se provoca el aborto o se ahorca, se mata a alguien. Y es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses del nacimiento va a ser sorprendido por la muerte.

Con frecuencia se afirma la licitud del aborto cuando se juzga que probablemente el que va a nacer (el que iba a nacer) sería anormal física y psíquicamente. Pero esto implica que el que es anormal «no debe vivir», ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal por accidente, enfermedad o vejez. Y si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas sus consecuencias; otra cosa es actuar como Hamlet en el drama de Shakespeare, que hiere a Polonio con su espada cuando está oculto detrás de la cortina. Hay quienes no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto -se pensaría que protegido- en el seno materno.

Y es curioso cómo se prescinde enteramente del padre. Se atribuye la decisión exclusiva a la madre (más adecuado sería hablar de la «hembra embarazada»), sin que el padre tenga nada que decir sobre si se debe matar o no a su hijo. Esto, por supuesto, no se dice, se pasa por alto. Se habla de la «mujer objeto» y ahora se piensa en el «niño tumor», que se puede extirpar como un crecimiento enojoso. Se trata de destruir el carácter personal de lo humano. Por ello se habla del derecho a disponer del propio cuerpo. Pero, aparte de que el niño no es parte del cuerpo de su madre, sino «alguien corporal implantado en la realidad corporal de su madre», ese supuesto derecho no existe. A nadie se le permite la mutilación; los demás, y a última hora el poder público, lo impiden. Y si me quiero tirar desde una ventana, acuden la policía y los bomberos y por la fuerza me lo impiden.

El núcleo de la cuestión es la negación del carácter personal del hombre. Por eso se olvida la paternidad y se reduce la maternidad a soportar un crecimiento intruso, que se puede eliminar. Se descarta todo uso del «quién», de los pronombres tú y yo. Tan pronto como aparecen, toda la construcción elevada para justificar el aborto se desploma como una monstruosidad.

¿No se tratará de esto precisamente? ¿No estará en curso un proceso de «despersonalización», es decir, de «deshominización» del hombre y de la mujer, las dos formas irreductibles, mutuamente necesarias, en que se realiza la vida humana? Si las relaciones de maternidad y paternidad quedan abolidas, si la relación entre los padres queda reducida a una mera función biológica sin perduración más allá del acto de generación, sin ninguna significación personal entre las tres personas implicadas, ¿qué queda de humano en todo ello? Y si esto se impone y generaliza, si a finales del siglo XX la Humanidad vive de acuerdo con esos principios, ¿no habrá comprometido, quién sabe hasta cuándo, esa misma condición humana? Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.

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" Benedicto XVI felicita la Navidad a la Curia Romana"

información del vis

21 de diciembre de 2007

CIUDAD DEL VATICANO, 21 DIC 2007 (VIS).-Esta mañana, en la Sala Clementina, tuvo lugar el tradicional encuentro del Santo Padre con los cardenales, arzobispos y obispos y miembros de la Curia Romana para el intercambio de felicitaciones navideñas.

El Papa afirmó al inicio de su discurso que la curia era "una comunidad de trabajo, consolidada por vínculos de amor fraternal que las fiestas navideñas refuerzan".

Después, el Santo Padre recordó como primer evento significativo del año que está a punto de acabar su viaje a Brasil para encontrarse con los miembros de la V Conferencia general del episcopado de América Latina y el Caribe y "con la Iglesia en el vasto continente latinoamericano".

Hablando de su encuentro con los jóvenes en el estadio de Sao Paulo, Benedicto XVI dijo: "Hay manifestaciones de masa que tienen solo el efecto de una afirmación de sí mismos, donde arrollados por la embriaguez del ritmo y los sonidos, se llega sólo a la autocomplacencia. Allí, en cambio, (...) la profunda comunión que se instauró espontáneamente entre nosotros, en estar unos con otros, nos llevó a ser unos para los otros. No fue una fuga de la vida cotidiana, sino algo que nos dio fuerzas para aceptar la vida de forma nueva".

A continuación el Papa recordó la canonización de Frei Galvao, y subrayó que "cada santo que entra en la historia constituye ya una pequeña porción del retorno de Cristo, un nuevo ingreso de Cristo en el tiempo que nos muestra su imagen de forma nueva y nos da la seguridad de su presencia. Jesucristo no pertenece al pasado y no está confinado en un futuro lejano. (...) Junto a sus santos está siempre en camino hacia nosotros, hacia nuestro hoy".

En la Fazenda da Esperança, donde "las personas caídas en la esclavitud de la droga encuentran la libertad y la esperanza", el Santo Padre sintió "la fuerza sanadora de la creación de Dios". "Tenemos que defender la creación -dijo- no solamente pensando en su utilidad para nosotros, sino por sí misma, como mensaje del Creador, como don de belleza, que es promesa y esperanza", porque "el ser humano tiene necesidad de la trascendencia".

Refiriéndose a su encuentro con los obispos brasileños en la catedral de Sao Paulo, Benedicto XVI aseguró que "la experiencia de la colegialidad efectiva y afectiva, de la comunión fraternal en el ministerio común" hizo que sintieran "la alegría de la catolicidad. Más allá de todos los confines geográficos y culturales, somos hermanos, junto con Cristo resucitado que nos llamó a su servicio".

En Aparecida, el Papa presidió la V Conferencia general del episcopado de América Latina y el Caribe, centrada en el tema "Discípulos y misioneros de Cristo; para que en Él tengan la vida". Benedicto XVI se hizo eco de las posibles objeciones que podría haber ocasionado el argumento. "¿No era quizá un paso decisivo hacia la interioridad en un momento en el que los grandes retos de la historia, las cuestiones urgentes acerca de la justicia, la paz y la libertad requieren el compromiso pleno de todos los seres humanos de buena voluntad y, en particular de la cristiandad y de la Iglesia?".

Para responder a esa objeción, prosiguió el Santo Padre, "es necesario comprender bien el tema en su verdadero significado. (...) La palabra clave es encontrar la vida (...) y con eso, el tema supone que este objetivo (...) se alcanza en el discipulado de Jesucristo, como también en el compromiso por su palabra y su presencia".

El Papa señaló que ser discípulos de Cristo significa "en primer lugar, llegar a conocerlo", mediante la escucha de su Palabra, pero el encuentro con El "exige la respuesta en la oración y en poner en práctica lo que nos dice".

"El discípulo de Jesucristo -continuó- también debe ser "misionero", mensajero del Evangelio". En este punto -dijo-, también se puede objetar si es lícito todavía hoy "evangelizar". Todas las religiones y concepciones del mundo -preguntó- ¿no deberían más bien convivir pacíficamente y tratar de hacer juntas, cada una a su modo, lo mejor para la humanidad? Es indiscutible que todos debemos convivir y cooperar en la tolerancia y en el respeto recíprocos".

Benedicto XVI recordó en este contexto la carta que le enviaron los 138 líderes religiosos musulmanes "para testimoniar su compromiso común en la promoción de la paz en el mundo". En la respuesta, afirmó, "manifesté mi convencida adhesión a estos nobles objetivos, subrayando al mismo tiempo la urgencia de un compromiso común para la tutela de los valores del respeto recíproco, del diálogo y de la colaboración. El reconocimiento compartido de la existencia de un único Dios (...) es el requisito para una acción común en defensa del efectivo respeto de la dignidad de todas las personas para construir una sociedad más justa y solidaria".

"Quien ha reconocido una gran verdad, quien ha hallado una gran alegría debe transmitirla -subrayó-; no puede guardársela. (...) Para llegar a su cumplimiento, la historia tiene necesidad del anuncio de la Buena Nueva a todos los pueblos, a todos los seres humanos. De hecho es muy importante -constató- que confluyan en la humanidad fuerzas de reconciliación, de paz, de amor y de justicia, (...) que frente a los sentimientos y a las realidades de la violencia y de la injusticia que amenazan a la humanidad, se susciten y se consoliden fuerzas antagonistas!".

El Santo Padre puso de relieve que "esto es lo propio de la misión cristiana. Mediante el encuentro con Jesucristo y sus santos" la humanidad obtiene "aquellas fuerzas del bien sin las que todos nuestros programas de orden social no se cumplen, ya que -frente a la presión superpotente de otros intereses contrarios a la paz y a la justicia- se quedan únicamente en teorías abstractas".

Respondiendo definitivamente a la pregunta planteada antes, el Papa afirmó que en Aparecida fue muy indicado "dar prioridad al discipulado de Jesucristo y a la evangelización" y esto no supuso un "encerrarse" en modo equivocado en la interioridad". Precisamente, explicó, "porque mediante el nuevo encuentro con Jesucristo y su Evangelio -y sólo así- se suscitan las fuerzas que nos capacitan para dar la respuesta justa a los desafíos del tiempo".

Benedicto XVI se refirió posteriormente a la carta enviada el pasado mes de junio a los fieles de la Iglesia católica en la República Popular China, en la que indicó "algunas orientaciones para afrontar y para resolver, en espíritu de comunión y de verdad, los delicados y complejos problemas de la vida de la Iglesia en China. También señalé la disponibilidad de la Santa Sede para un diálogo sereno y constructivo con las autoridades civiles para lograr una solución a los diferentes problemas concernientes a la comunidad católica. (...) Espero que, con la ayuda de Dios, produzca los frutos esperados".

Al final del discurso, el Papa mencionó brevemente su visita a Austria en septiembre y el encuentro con los jóvenes en Loreto (Italia) a principios de ese mes, que fue "un gran signo de alegría y de esperanza".

El Santo Padre afirmó que no había que "engañarse, ya que los problemas que plantea el secularismo de nuestro tiempo y la presión de las presunciones ideológicas a las que tiende la conciencia secularista con su pretensión exclusiva de la racionalidad definitiva, no son pequeños". Sin embargo, terminó, "tenemos la certeza de que el Señor mantiene su promesa: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".

viernes, 14 de diciembre de 2007

Siena 310

Ronda80
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Cinco tendencias de actualidad para tus argumentos públicos
AÑO VII N 310 del 10 al 16 de diciembre de 2007



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"La barbarie silenciosa (el aborto libre en España)"
artículo de josé antonio zarzalejos, director de abc,
en abc domingo 9 de diciembre de 2007

Los decapitan, les succionan la masa cerebral, [...] y esa vida arrasada bárbaramente queda sin rastro. Así se practican abortos en unas clínicas de Barcelona a criaturas prácticamente a término -siete y ocho meses de gestación- y a otras cuyo derecho a vivir, aun no siendo viables fuera del claustro materno, está amparado por el artículo 15 de la Constitución española y por una ley natural inderogable y de vigencia universal.

En España -hay que afirmarlo desde el más básico conocimiento jurídico- abortar es delito. La ley de 1985 sólo -y ya es demasiado- despenalizó unos determinados supuestos. El tercero de ellos -riesgo real para la vida o la salud de la embarazada- ampara más del 97 por ciento de los abortos que se practican. Es obvio que se trata de un fraude de ley de proporciones incalculables y que, de hecho, está permitiendo que Cataluña en particular y España en general se hayan convertido en un macabro paraíso abortista al que acuden en sangrienta peregrinación miles de extranjeras en cuyos países de origen las leyes no son -como aquí ocurre- meros ornamentos legislativos.

Como bien recordaba el pasado viernes un lector de ABC, Julián Marías consideró la aceptación social del aborto como «el máximo desprecio de la vida humana en toda la historia conocida, y a la vez la negación de la condición personal». Así es. Una destructiva mentalidad sedicentemente liberal y progresista está usurpando el inicio de la vida y su final -mediante el aborto y la eutanasia activa- a sus propios titulares, imponiendo una abominable cultura de la muerte.

Ni existe un derecho de la mujer a su propio cuerpo para deshacerse de la vida que ella en un acto voluntario -sea o no imprudente, esa es otra cuestión- ha creado, ni tampoco se da facultad por parte de nadie para acortar de manera activa la vida de un enfermo o de un anciano aunque la esperanza de supervivencia haya desaparecido o resulte del todo improbable. Hay tramos de la existencia -la inicial y la terminal- a los que hay que aproximarse con un respeto ignífugo frente a las llamaradas insensibles que para, hipócritamente, superar la barbarie silenciosa descubierta ahora en Barcelona proponen una nueva ley de plazos que nos conduciría, ya sin eufemismos, a un sistema de aborto libre.

La circunloquialmente denominada «interrupción voluntaria del embarazo» es, hoy por hoy, o sigue siéndolo, motivo de abierto debate en todas las sociedades conscientes de la necesidad de preservar determinados valores cívicos. No es una estratagema «conservadora», como con manifiesta indigencia ética se trata de relativizar este asunto; tampoco la oposición al aborto es una imposición moral de carácter confesional -en este caso del catolicismo y, en general, del cristianismo-, y mucho menos se trata de una incomprensión inhumana hacia muchos dramas personales y familiares que conducen a mujeres indefensas, engañadas, solas y abandonadas a esas clínicas de exterminio.

Lo que se dilucida con el debate sobre el aborto es el modelo de sociedad y de convivencia que queremos construir; cuáles son los valores que debemos proteger mediante leyes justas y morales y qué medidas deben adoptarse para que el aborto no se convierta -como ahora ocurre- en una brutalidad de perfiles tan repugnantes que muchos medios de comunicación y la mayoría de los ciudadanos prefieren eludir para no enfrentarse a esa realidad que desafía a la conciencia colectiva.

Nada de lo que estamos conociendo tiene sentido social ni moral cuando existen medios anticonceptivos no abortivos para evitar la fecundación y cuando en España se mantiene una demanda abundante y constante de adopciones. Habrá, pues, que informar masivamente para evitar los embarazos indeseados y ofrecer métodos de barrera -desde luego nunca abortivos- cuyo coste sea mínimo o, a ser posible, gratuito. Y habrá que reconducir las peticiones de adopción, ahora dirigidas a terceros países, para facilitarla en España, aunque ello conlleve circunstancias emocionalmente más duras para la madre biológica y los padres adoptivos. Y habrá que invertir cuanto dinero sea necesario en una y otra iniciativa para evitar la lacra del aborto libre que -se admita o no- se ha instalado al amparo de un supuesto de despenalización que se ha comportado como cobertura para perpetrar demasiados desafueros.

Y habrá que aplicar la ley, lo que ahora no se hace. Hacerlo corresponde al Estado y, en particular, a los tribunales, que requieren de la alerta permanente de las fuerzas y los cuerpos de seguridad -tanto centrales como autonómicos-, pero también de los colectivos implicados, especialmente el de los médicos, que con aplastante mayoría se comportan conforme a las exigencias de su juramento hipocrático y se amparan masivamente en la objeción de conciencia.

La práctica del aborto se ha convertido, además, no sólo en una inmoralidad ontológica, sino también en un pingüe negocio. En las clínicas de exterminio desmanteladas en Barcelona, la tarifa que habían de abonar las embarazadas por deshacerse de su criatura aumentaba al mismo ritmo que el tiempo de gestación: feto de seis meses, seis mil euros; de siete meses, siete mil euros; y de ocho meses -sí, de ocho meses-, ocho mil euros.

Se calculaba, al parecer, el trabajo de la trituradora y, seguramente, el esfuerzo del verdugo cuando decapitaba a su víctima. Verdaderamente repugnante. Y sorprendente que la finísima piel de tantos colectivos cívicos se motee con urticarias por atentados ecológicos, culturales o sexuales y, en cambio, su epidermis parezca paquidérmica cuando ahí al lado, en la zona alta de la Ciudad Condal, y en tantas otras, se perpetra una barbarie que requeriría de un Truman Capote redivivo para relatarla con el énfasis de su legendario «A sangre fría».

No recurramos como paliativo a esta imperturbabilidad mediática y social ante estos crímenes a la perplejidad que causan o la atribución del ánimo escandalizado a una pulsión confesional. No hablamos de creencias -que también vendrían al caso-, sino de decencias; no hablamos de moral religiosa, sino de conciencia cívica; no escapemos de este macabro asunto por el portillo del drama personal de las embarazadas que abortan, porque de lo que estamos hablando es de los carniceros que las explotan y de la inacción con la que se olvida a las madres y la impunidad con la que actúan los victimarios.

España -recordaba en estas páginas el Secretario de Estado del Vaticano, Tarsicio Bertone, hace unas semanas- ha sido un «faro de civilidad» por los valores que, como sociedad, ha sabido proteger y aprehender en su convivencia. Los estamos perdiendo a una velocidad suicida y necesitamos una reposición de nuestra identidad colectiva con más urgencia que nunca.

El vanguardismo relativista y permisivo en que en estos años nos hemos enfangado no sólo merma nuestro crédito de solvencia común, sino que, además, nos comienza a restar autoestima. Los crímenes abortistas de Barcelona tendrían que constituir un aldabonazo en la conciencia social porque la brutalidad y vesania de esos carniceros no deja de ser un signo del despiadado momento en el que discurre nuestro convivir.

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2
"De la fe por nacimiento a la fe por elección. El caso de Suecia"
articulo de alejandra lemmo en www.aceprensa.com,
malmöe (suecia), martes 11 de diciembre de 2007

Aunque el luteranismo dejó de ser la religión oficial en Suecia hace ya siete años, sigue siendo la mayoritaria, con un 75% de la población, es decir, 6,9 millones de personas. En términos relativos ha perdido un 1%. Pero los que experimentan una conversión religiosa suelen sentirse atraídos por una fe menos desvaída, como la que se vive en el islam, el catolicismo o el judaísmo.

No hay estadísticas fiables de los conversos a distintas religiones o de los que vuelven a la original, pero sí se puede observar la atracción que produce el islam en los suecos nativos. Algunas de las cifras que se manejan son, por ejemplo, que alrededor de 3.500 personas han dejado la Iglesia sueca por el islam desde los años 60, cuando llegaron los primeros musulmanes a estas tierras. A partir de los 70 hubo sólo una decena de conversiones para luego continuar en aumento.

La causa de esta tendencia se encuentra lógicamente en la inmigración. Cuando se estudia en qué circunstancias un sueco nativo se hace musulmán, por lo general se trata de alguien cuya novia o novio es de esta religión. Son suecos que tienen amigos o novias musulmanes, y que quieren vivir como ellos, y se sienten identificados con reglas como las de no comer carne de cerdo o no beber alcohol. Un recién converso al Islam comentaba en una entrevista que lo que le llamó la atención definitivamente fue ver cómo los musulmanes viven la religión en su vida diaria. Actualmente hay unos 100.00 musulmanes en el país.

Un experto en sociología religiosa constata que muchos jóvenes actualmente buscan rituales o necesitan sentirse vinculados a una "comunidad". Buscan orden y seguridad, y encuentran un apoyo en la religión, ya sea el islam, el catolicismo o el judaísmo.

La responsable de prensa de la Iglesia católica en Suecia comenta que reciben por lo menos 100 conversos por año, la mayoría de los cuales provienen del luteranismo. Son personas que no están a gusto con el liberalismo de la Iglesia sueca, y que sienten a Dios más cercano en el catolicismo.

También hay conversiones al judaísmo, del orden de 10 a 20 personas al año.
De los musulmanes que se convierten al cristianismo rara vez se habla. Sin embargo también los hay. Y uno de ellos comenta que el mundo cristiano ha conseguido más desarrollo y no es tan autoritario, y desde su conversión ha encontrado mucha más libertad.

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"Afectividad: no busque la abstinencia, busque el amor"
articulo de meldy pelejo, en www.aceprensa.com
manila (Filipinas), miercoles 12 de diciembre de 2007

Un congreso internacional confronta programas dirigidos a educar mejor la afectividad juvenil. La capital filipina ha sido la sede del II Segundo Congreso Internacional sobre Educación en el Amor, Sexo y Vida (19-22 de noviembre), que reunió a un millar de personas que trabajan en la formación del carácter, provenientes de doce países y de diferentes sectores y religiones. El encuentro fue organizado por la Fundación EDUCHILD, Developmental Advocacy for Women Volunteerism, e Intermedia Consulting, entidad con sede en Roma.

Durante la reunión fueron presentadas una selección de iniciativas que han ayudado a los jóvenes a reducir y evitar comportamientos sexuales de riesgo.

La efectividad de estos programas ha probado que los jóvenes están dispuestos a escuchar y cambiar si padres, profesores y educadores trabajan de la mano. Entre estos programas se incluyen Protege tu Corazón (México), Educarse (Chile), Sex Respect ( EE.UU.), Choicez Media (Australia), Women's Foundation for World Peace (Taiwan), True Love Waits (EE.UU. y Filipinas), y I Am Strong (Filipinas).

En el congreso, bajo el eslogan "I Keep Love Real" ("Mantengo auténtico mi amor"), se ha lanzado una campaña dirigida a proteger a los jóvenes asiáticos de los elevados índices de embarazos de adolescentes, sexo antes del matrimonio y otros problemas asociados a comportamientos sexuales de alto riesgo.

Manuel Escueta, presidente de la Fundación EDUCHILD, explicó los métodos de esta iniciativa, que durará en principio cinco años. Durante los tres años siguientes al congreso se iniciarán o continuarán planes como los presentados. Los participantes podrán copiar cualquiera de los programas que consideren de mejor aplicación en sus países. En Taiwán y Hong Kong, por ejemplo, se pondrán en marcha sendas iniciativas inspiradas en I Am Strong. Además, se llevarán a cabo estudios e investigaciones que sirvan para conocer mejor a la juventud actual, y se evaluará continuamente cada programa para introducir mejoras.

Algo más que abstinencia sexual
Antonio Torralba es decano de la facultad de Ciencias y Letras de la Universidad de Asia-Pacífico en Manila. Como uno de los encargados del programa I Am Strong, explicó el énfasis en educación del carácter: "La educación en la castidad no se construye en el vacío. Tiene como premisa el esfuerzo personal para adquirir muchas otras cualidades: fortaleza, templanza, perseverancia, incluso un sentido de justicia social, y prudencia".

En cuanto a los programas basados en la abstinencia sexual que se centran solo en ayudar a los jóvenes a "evitar riesgos", dijo que "una posible razón por la que la educación en la abstinencia falla, cuando falla, es que está centrada en el sexo y basada en negaciones antes que en afirmaciones".

No por casualidad, el eslogan "I Keep Love Real" defiende la educación de los afectos y la voluntad como elementos esenciales de la educación del carácter. A lo largo del congreso, varios ponentes subrayaron el papel crucial de padres y madres para formar el carácter de sus hijos, para educarlos en la castidad y especialmente en el amor y la fidelidad de por vida.

Patrick Fagan, del Family Research Council (Washington), presentó unas estadísticas que mostraban que castidad y matrimonios estables están directamente relacionados. Un análisis de una encuesta nacional entre mujeres norteamericanas concluyó que de aquellas que solo habían tenido una pareja sexual en su vida, el 80% formaban parte de una relación estable. El porcentaje se reduce en el caso de aumentar el número de parejas sexuales, habitualmente previas al matrimonio.

La influencia de los padres
El papel de la religión en la familia para educar a los jóvenes no puede pasarse por alto. En la medida en que una madre practica más su religión –católica, protestante, musulmana o judía–, mejor es la relación con el marido y los hijos prosperan más. Cuando ambos padres practican, mejor es la relación y la mejora de los hijos, observó Fagan.

La relación con los padres también influye en la castidad adolescente. Otra encuesta entre adolescentes de EE.UU. señala que chicas y chicos que proceden de familias casadas intactas tienen menor número de parejas sexuales que sus compañeros que proceden de familias rotas.

Por ello, Thomas Lickona, profesor de Educación en la State University de Nueva York, afirmó que "los jóvenes necesitan sistemas adecuados de apoyo si se comprometen consigo mismos para ser castos. En un mundo hostil a una vida casta, familias, amigos, escuelas y comunidades deberían ofrecer a los jóvenes el ambiente para vivir la castidad".

Se recordó que es vital hacer ver a los jóvenes el cuadro completo de motivos por los que deben rechazar el sexo antes del matrimonio. Colleen Mast, fundadora de Sex Respect, dijo que ese marco es el amor. Educar a los jóvenes en el amor es más que decir no al sexo fuera del matrimonio. Más bien, requiere una profunda comprensión de la persona humana, del conocimiento del sexo opuesto, y del valor del compromiso y el matrimonio.

Se puede ayudar a los jóvenes a madurar en el amor enseñándoles a pensar críticamente frente a la simple respuesta a los impulsos. Los jóvenes quieren respuestas sobre el amor, la vida y el sexo, como reveló una encuesta entre jóvenes filipinos presentada en el congreso. Además, quieren que sus padres les orienten.

La juventud filipina
La encuesta se hizo con 4.000 bachilleres y universitarios de 13 a 24 años –con una media de edad de 17– de centros educativos públicos y privados. El 80% de los jóvenes filipinos encuestados consideran el sexo como un regalo especial para la persona con quien compartirán sus vidas. En otras palabras, quieren reservar el sexo para el matrimonio. De hecho, tres cuartas partes de los encuestados no habían tenido relaciones sexuales. Y una gran mayoría –80%– quieren saber cuándo están preparados para empezar a salir con jóvenes del otro sexo y cómo tener una cita sin contacto sexual, cómo pueden conocer mejor a su chico o chica, cómo manejar sus sentimientos, y cómo distinguir entre deseo, atracción sexual y amor.

Los resultados del estudio confirman la necesidad de desarrollar programas para la población joven basados en educación del carácter y no solo en información biológica. "Con demasiada frecuencia las políticas referidas a sexualidad adolescente están basadas en la agenda sobre planificación familiar de entidades internacionales", afirmó el Dr. Torralba, codirector del estudio. Pero la agenda de "sexo seguro" no responde a la educación para el amor que reclama la juventud filipina.

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" El actual imperio de la ausencia"
articulo de vicente verdú, ensayista y crítico, en el país,
lunes 26 de noviembre de 2007

La huera condición de la política, la banalización del sexo, la indiferencia del arte y la trivialización del saber tiñen a nuestra época de una atmósfera de vacío. La existencia tiende sólo a durar más y mejor

La fascinación del público por la desaparición de Madeleine, la creciente valoración del trabajador de "lastre cero", sin compromisos, sin especialidad, sin hijos, sin arraigo, o incluso la próxima Bienal de São Paulo consistente en la exhibición de un espacio vacío, sin las esperables obras de arte, son muestras de un extraño auge de la ausencia. Otros tiempos se representaron a través de la histeria, hoy la patología psíquica tiene en su centro la depresión, la asíntota cero de la ilusión o del proyecto. Igualmente, mientras el cáncer o el sida simbolizaron un tiempo, el Alzheimer se alza ahora como la seña del nuevo padecimiento. A la multiplicación celular del cáncer o la invasión del virus se opone la dirección cerebral hacia la ausencia.

La falta, el vacío, la vaciedad, todo esto se reúne en una atmósfera de ausencia que, como una angustia fina, recubre la actualidad del espacio y ralentiza la acción. Así, la actual crisis financiera desarrolla la metáfora de una falta de fondos, un agujero en los deudores o un vacío de solvencia que se opone a la plenitud de la construcción inmobiliaria en el periodo anterior.

Ciertamente, todo sentimiento de ausencia se parece a un duelo, pero en la ausencia el objeto perdido no golpea duramente ni su dolor desespera, sino que el revés absorbe para sí mismo todo el consuelo. El objeto de la ausencia se ensimisma y segrega la sustancia sedosa que regula la intensidad de una soportable melancolía.

La sensación actual de ausencia se relaciona con la huera condición de la política, la banalización del sexo, la indiferencia del arte, la trivialización general del saber. Sin política, sin sexo, sin arte, sin maestros pensadores, en pleno apogeo de lo virtual, la impresión de pertenecer a este tiempo se confunde con la experiencia de un tránsito intestinal tan fluido que podría abocarnos al sumidero. O nos está colando ya.

No es para tanto. La ausencia se caracteriza por su inherente flacidez y el lacio mareo de su permanencia. Sin fuertes elementos de referencia no sabemos, efectivamente a qué atenernos pero también nos libramos de aquellos elementos macizos y graves capaces de laminarnos.

En la ausencia no hay totalitarismos ni verdades lapidarias, como tampoco se obtienen recompensas gloriosas ni sobresalientes opciones de salvación. Se vive como se habita, al punto de que la existencia tiende a ser una secuencia encarrilada a procurarse tan sólo las condiciones idóneas para durar más y mejor.

Desde la cultura de consumo, consolidada como la cultura total, hasta la "personalización" de las personas en busca de una identidad más apropiada, la biografía se encuentra suficientemente ocupada en rellenar ausencias. Ausencias que empiezan a manifestarse en la vida laboral, donde la mayor parte de la población, pese al aumento de la instrucción y sus opciones, no trabaja en casi nada que le llene y, en consecuencia, se alistan en especialidades y dedicaciones sólo para cobrar.

El trabajo, que lo fue prácticamente todo en el siglo XIX, perdió buena parte de su misión identitaria en la última parte del siglo XX y los ciudadanos fueron, poco a poco, pasando de productores, materiales y espirituales, a consumidores, materiales, espirituales y emocionales.

Pocos abrazan un destino familiar o profesional con fuerza y, en la holgura de ese abrazo, crece la fantasía de una felicidad basada en la variedad, la aventura simulada y la surtida composición del tiempo libre. Libre u ocioso, desocupado o vacío.

Así, el tiempo ausente (de trabajo, de obligación) va convirtiéndose en el ámbito más propicio para conseguir el simulacro de un yo más o menos diferente o tuneado. La briosa construcción de la identidad a partir del trabajo ("somos lo que hacemos", decía el marxismo) se suple con el diseño flexible de un personaje capaz de ser modulado por sus consumos y contraconsumos, los logos y los no-logos o anti-logos.

No hay ciudadanía política que llegue a gran cosa pero hay ciudadanos consumidores que piensan ser algo en la tarea de consumir. No hay sexo fuerte pero hay sexo muy surtido, incluido el no-sexo o el a-sex. No hay arte nuevo pero no falta forma de arte alguno y, en su exasperación, el arte de nada.

El mundo de la Red, como gigantesco paradigma de nuestro tiempo, coincide con el absoluto imperio de la Ausencia. Los nexos personales o comerciales, las web sociales, Google o las wikipedias crean el nuevo universo basado en el juicio de la muchedumbre, un saber magmático e inseguro como corresponde a la ausencia de autoridad en el conocimiento.

Todo el mundo parece presente en la comunicación electrónica pero, a la vez, se traduce en una descomunal constelación de fantasmas. Centenares de millones de personas en MiSpace, Google o YouTube, todas ellas sumándose como intangibles en el planeta de la ausencia. No se trata, sin embargo, de zombies de cuyo rastro se desprendiera un aroma funerario, sino de seres tan extraños como impalpables, tan inesperados como volátiles. Con una particularidad adicional: su apilamiento no produce, su concierto no clama, su presencia se corresponde con el exacto tamaño de su ausencia.

Podemos sentirnos multitudinariamente comunicados, pero basta un clic para provocar la desaparición de lo presente y obtener la sensación de haber abandonado parte del mundo o haber elegido su disipación. Esta facilidad que cruza de lo presente a lo ausente y de lo importante a lo más trivial, se corresponde con la escasa densidad de la presencia.

De hecho, los objetos, las ideas, las religiones, las películas o los móviles, las estaciones o los acontecimientos, pesan cada vez menos. Y apenas valen nada. Los relojes o los periódicos, las enciclopedias o los bolsos, casi cualquier cosa se regala por cualquier pretexto y los promotores inmobiliarios de la crisis han comenzado a donar coches, aparcamientos y larguísimos viajes que ahora circulan con low cost y conocimiento turístico cero.

Todo el conocimiento, turístico o no, ha venido a cebarse de ausencia. El empleo se posa con igual liviandad que la identidad o la pertenencia. La pérdida de territorialidad y fijeza de los empleados se dobla hoy con los cientos de millones de emigrantes arrancados de sus patrias y creando día tras día una masa ingente que vive y respira en permanente estado de ausencia.

El grado de disponibilidad para cambiar la presencia por la ausencia de prejuicios, fidelidades, hábitos o lealtades, define el carácter imperante en nuestros tiempos. La facilidad del cambio, la facilidad de las transferencias, reconversiones, destrucciones y restauraciones, expanden el efecto y la autoridad de las ausencias.

¿Conmemoraciones? ¿Memoria histórica? ¿Reciclajes? ¿Vintages? El pretérito siempre ha pasado dejando una oquedad pero su ausencia aumenta o decrece de acuerdo al impulso de cada época. Descompuesto el proceso histórico, exasperado el presente, declarado el instante perpetuo, la ausencia es la sombra genuina del momento.

¿La muerte? La muerte no. La ausencia es un sucedáneo de la mortalidad y ya no morimos, nada muere, sólo se sufre el mal de la obsolescencia y se queda arrinconado o ausente. Se habita, en fin, sin la tortura del duelo, sólo entre una angustia que no sobrepasa la náusea benévola, aunque constante.

El malestar en la cultura que diagnosticaba Freud no era otra cosa que el malestar de otra ausencia. El flujo de la gran decepción tras constatar que las conquistas científicas y técnicas "no habían sabido elevar la satisfacción placentera que exige la vida".

Ahora, tras la inédita corpulencia de los avances tecnológicos, tras la tumba del comunismo, entre la aparatosa y sofisticada teatralidad del consumismo, hemos reingresado en una nueva hospitalización. No parece desde luego tan grave como la caída de una civilización pero significa un estado cultural de continua ansiedad que no encuentra remedio en objeto alguno. El objeto, el sexo, el padre, la vocación, han ido deshaciendo su cimentación hasta fomentar que el planeta flote sobre la delgada superficie de su plasma y la realidad funde su visión en ese caldo que humea. O, también, que apoye su voz en la gran caracola de los media donde un son vaciado de todo proyecto se complace en la nacarada angustia de su ausencia

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Siena 309

Siena
Cinco tendencias de actualidad para tus argumentos públicos
AÑO VII N 309 del 3 al 9 de diciembre de 2007



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"El periodista ateo que cree en la fe de Benedicto XVI"
artículo de juan josé garcia noblejas, porfesor de comunicación institucional, en www.scriptor.org,
miercoles 28 de noviembre de 2007

Giuliano Ferrara es un periodista italiano, bien conocido como director del diario de opinión Il Foglio y como habitual en programas de debate en las televisiones. Gordo, barbudo, inconformista, muy poco políticamente correcto, piensa lo que dice y dice lo que piensa.

Sus ideas y opiniones son habitualmente escuchadas con respeto. Algo que –no pocas veces- parece confundirse con el temor a que Ferrara esté en lo cierto.

Pero, a pesar de ese respeto más o menos reverencial, Ferrara tienen más admiradores que seguidores.

Hace poco habló en el telediario de la Rai acerca de la actitud sensata de Ian Wilmut, el científico padre de la oveja Dolly, al decidir abandonar los experimentos de clonación con embriones humanos, y tomar el camino de Shinya Yamanaka y las células adultas. Algo que muy probablemente dejará como recuerdo el debate sobre la clonación terapéutica.

El caso es que Giuliano Ferrara es y se declara ateo .
También hace poco, en el diario Avenire ( Ferrara: io, ateo devoto, credo nella fede del Papa in Gesù), se ha preguntado por qué el Papa ha escrito un libro sobre Jesús, si la Iglesia lleva hablando de lo mismo desde hace tanto tiempo.

Y responde diciendo que la respuesta es muy simple:
"Benedicto XVI no se limita a creer en el Jesús de los evangelios, sino que añade algo a su fe. Añade que la figura de Jesucristo es lógica, históricamente sensata y convincente, sólo si se la examina y argumenta racionalmente a la luz de los evangelios.

Sin argumentación racional, sin recurrir de modo crítico al método histórico, Jesús se convierte en una abstracción , pierde contacto con el tiempo, con la historia, con la creación, con la humanidad y su ethos, con la vida y su sentido, y se convierte en una figura desvaída, separada de la realidad del ser y del ser de la realidad."

Luego se plantea lo que cualquiera que le conozca le puede decir:
"Y tú, ¿cómo vas a discurrir sobre el Hijo de Dios si no crees? Esta es mi respuesta: mi razón me habla de su límite. Si no fuera capaz de reconocerlo, sería dueño de mi vida y de mi muerte, sería un nihilista (…) Creo que el otro, la persona humana, incluso solo su proyecto o solo su recuerdo, es titular de derechos que al mismo tiempo son deberes para mí (…) Creo que no todo sea negociable y relativo. Y esto es ya creer bastante, puedo asegurarlo .
Además, creo en la fe de los demás, la respeto y la amo, y en cierto modo la deseo. La inexistencia de mi fe no me lleva a considerar la fe, sobre todo la fe de los simples, de los pequeños, como una variante de la superstición o del fanatismo.

Y si, luego, la fe de los demás se me presenta con el vigor y la pasión racional de un magnífico libro de teología, si el saber de la fe y la fe en el saber de un Papa me enseñan algo de mucho valor que atraviesa la historia, pero sin agotarla ni agotarse en ella, entonces crecen desmesuradamente mi inquietud, mi curiosidad y mi confianza."

Bien mirado, Ferrara es y se dice (por el momento) un ateo racional, como Dios manda.

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"El cristianismo es la primera religión
que sólo es un proyecto religioso"
entrevista a martin rhonheimer, judio converso, profesor de etica y filosofia y miembro del consejo editorial del american journal of jurisprudence, en la gaceta de los negocios, martes 20 de noviembre de 2007

Filósofo y sacerdote, Martin Rhonheimer nació en Zúrich (Suiza) en 1950. Es profesor de Ética y Filosofía política en la Universidad de la Santa Cruz (Roma); miembro del consejo editorial del American Journal of Jurisprudence y de la Academia Pontificia de Santo Tomás. Ayer pronunció una conferencia en el MBA del IESE de Madrid.

¿Cómo encuentra nuestro país después de muchos años sin visitarlo?
Hay muchas tensiones porque está en una situación de transición. Algunos piensan que España es católica y ya no lo es. Como toda crisis es una oportunidad, una crisis de crecimiento, como la adolescencia. Hoy España es un país normal, pero la normalidad incluye cosas problemáticas.

¿No es posible una sociedad cristiana?
Tiene que ser compatible con un Estado laico, con una cultura política que respeta la libertad, también y en primer lugar la libertad religiosa, que mantenga los logros de la modernidad, la democracia occidental que llamamos no-plebiscitaria, una democracia limitada, domada por los derechos constitucionales, porque los derechos humanos limitan la soberanía del pueblo, son estándares de derecho natural que indican que la mayoría no es el último criterio.

La democracia no es sólo poder votar, es una cultura política compleja, que incluye la libertad, la competencia, los partidos, los derechos, la independencia judicial, un logro que hay que defender también contra la cultura islámica, que no reconoce la independencia y la separación.

¿Cuáles son esos aspectos problemáticos?
Hay un autor italiano [nota del editor: Paolo Flores D'Arcais] que defiende como meta del laicismo actuar "como si Dios no existiera", es el credo laicista, que se enfrenta a lo dicho por Juan Pablo II de que leyes como la del aborto eran ilícitas y carecían de valor jurídico.

Ratzinger explicó eso diciendo que no siempre es derecho lo que decide la mayoría. Para ese autor laicista, esto es fundamentalismo. Pero decir que carecen de valor tales leyes puede decirse en dos sentidos. En un sentido lo dice el que no la acepta y busca una nueva mayoría que la revise, pero reconociendo la estructura democrática: aunque algo sea derecho vigente, puede ser injusto y se puede luchar contra ello. Para eso está la democracia y eso no es fundamentalismo.

En cambio, se puede criticar como si la cultura política que produce esas leyes fuera injusta, como si la democracia se deslegitimizara por despenalizar el aborto. No es eso lo que dijo Juan Pablo II: dijo que carece de valor una ley que no cumple los estándares jurídicos objetivos de la ley natural.

¿Debe sentirse cómodo el cristiano en un Estado laico?
El cristianismo es la primera religión que sólo es un proyecto religioso. Todas las otras religiones, también la griega, eran al mismo tiempo proyectos políticos y jurídicos. La Iglesia católica es la primera que no hace depender el orden sociopolítico de la religión y de textos sagrados.

La laicidad tiene origen cristiano. Yo veo la modernidad como un encuentro de la Iglesia consigo misma como religión. Pero eso no quiere decir que no pueda pronunciarse en cuestiones de relevancia moral, sino que lo debe hacer sin reprochar ilegitimidad, sin dar la impresión de que la Iglesia quiera someter al poder temporal a su competencia judicial.

¿Existe un fundamentalismo democrático?
Sí, es el de Rousseau, que presupone que la voluntad general es verdadera y que, por tanto, la opinión minoritaria es ilegítima. Eso no es cierto, ya que la opinión minoritaria es tan legítima como la otra y puede ser verdadera. Las reglas del juego dicen que si quieres que tu opinión sea ley, tienes que convencer a la mayoría.

¿Y si el laicismo es anticlerical?
Es lo que sucedió a fines del siglo XIX en la Francia de la III República. Hay que tener en cuenta que la Iglesia francesa era antirrepublicana. Cuando el Papa les propuso el ralliement, la cooperación con la República, los católicos franceses no lo quisieron. La Revolución Francesa no iba contra la monarquía, sino contra la aristocracia, su lema era: "Contra los privilegios".

¿El anticlericalismo hispano es algo rancio?
Hasta cierto punto es un anacronismo. Pero no se debería reaccionar como si hubiera que defender la España católica (algo que suena a confesionalidad), porque España no es un país católico, es un país con muchos católicos, quizá con algunos de los mejores católicos del mundo, un país que tiene raíces católicas. Es verdad que la sociedad se está descristianizando y que eso es un problema, pero volviendo al pasado no se arregla.

¿Tener ideas claras es obstáculo para el diálogo?
Al contrario, no puedo tener una discusión interesante con una persona que no tiene convicciones. Sólo convencemos si argumentamos. Y la Iglesia tiene argumentos.

Los documentos del Magisterio hoy día son fantásticos, porque son razonados. Por ejemplo, el documento a las uniones homosexuales alega razones seculares, políticamente aceptables, sin ninguna afirmación deducida de la Biblia: todo es de sentido común. Expone que el matrimonio tiene un estatuto particular porque es responsable de las nuevas generaciones: de su nacimiento, educación, cultura y hasta de la transmisión de la riqueza y el saber. Las uniones homosexuales no producen nada de eso. Pueden ser uniones afectivas, de amistad: la cuestión no es que la Iglesia prefiera el amor entre hombre y mujer como tal.


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3
"Uganda es el único país de África
que ha combatido el SIDA con éxito"
noticia del comité independiente antisida, miércoles 10 de octubre de 2007

Ningún otro país ha experimentado un descenso comparable en el número de infectados. Un brillante documental llamado "El Cambio ya Empezó" celebra esta victoria de la vida y el sentido común.

No es un secreto para nadie que el Bajo Sahara Africano es víctima de una extendida epidemia del SIDA. De acuerdo a las estadísticas publicadas en el 2006 por la UNAIDS (Programas de Naciones Unidas en HIV/SIDA), un estimado de 24.5 millones de personas en esa región eran seropositivos a finales del 2005, con 2.7 millones de personas contrayendo el virus solamente en ese año.

Desesperados por detener la propagación de esta enfermedad, que va en camino a convertirse en la plaga más destructiva de todos los tiempos, los países de África golpeados por el SIDA han volteado los ojos hacia Occidente. Sin embargo la asistencia que han recibido parece haber sido más dañina que buena.

Las agencias de ayuda de occidente dominadas por una mentalidad secular han bombardeado el continente con programas liberales de educación sexual y condones. A la fecha y de acuerdo a las estadísticas publicados por UNAIDS (disponible haciendo clic aquí), los índices de infecciones de HIV en África continúan aumentando, lo que sugiere que dichos programas, en vez de frenar la propagación de la enfermedad, realmente están contribuyendo a transmitirla alentando un comportamiento riesgoso.

Sólo un país Africano, Uganda, ha combatido exitosamente el SIDA. El índice de VIH prevalente ha bajado drásticamente en los últimos años. En 1992 más del 18% de la población adulta sometida a análisis resultó positiva en la prueba del virus del SIDA. Para finales del 2005, sólo el 6.7% resultó positiva. Ningún otro país ha experimentado un descenso comparable al de este país.

¿Cómo fue que se consiguió esta extraordinaria respuesta en tan poco tiempo? Las organizaciones de occidente que brindan ayuda, ansiosos por justificar sus programas (y sus descubrimientos), falsamente atribuyen este descenso a la educación sexual y al uso del condón. Sin embargo, los mismos ugandeses cuentan una historia mucho más sencilla. Una historia que puede ser resumida en una sola palabra: abstinencia.

El héroe anónimo de la victoria de Uganda sobre el SIDA es una monja católica llamada Hermana Miriam Duggan, M.D, A los inicios de la lucha contra esta mortal enfermedad la Hermana Miriam desarrolló un programa llamado "Educación para la Vida", un programa que alienta a las personas a vivir la abstinencia sexual antes del matrimonio y la fidelidad dentro de él.

Educando a las personas acerca de los peligros de la promiscuidad sexual y sus mortales consecuencias, "Educación para la Vida" ha ayudado a cambiar la mentalidad de la gente de Uganda. La Hermana Miriam Duggan y sus colaboradores insisten en que este programa, junto con la buena disposición del gobierno para aceptar la educación de la abstinencia, es lo que ha ayudado a reducir la epidemia del SIDA en Uganda.

"Pienso que en la actualidad debe ser muy confuso para los jóvenes responder a la pregunta '¿qué camino debería tomar?'" dice Thandi Hadebe, un educador en la abstinencia del programa Educación para la Vida. "Y es aquí donde pienso que fallamos con nuestros jóvenes; porque damos mucha información contradictoria". Hadebe culpa de la epidemia del SIDA a la promoción indiscriminada del condón y a los diversos mensajes de "sexo seguro" que envían los educadores.

Educación para la Vida ensaya una aproximación diferente. "enfatizamos el aspecto de la libertad como parte de ellos, y que pueden usarla para protegerse" dice Fr. Andrew Shjngange, otro educador con el programa.

Un nuevo y brillante documental llamado "El Cambio ya Empezó" celebra esta victoria de la vida y el sentido común. Desarrollado por el Obispo Hugo Slattery de la Diócesis de Tzaneen en Sudáfrica, este documental cuenta la historia de la Hermana Miriam y explica cómo funciona en la práctica el programa "Educación para la Vida".

En Sembrando con Lágrimas, el sustento documentario de la hermana para el citado documental "El Cambio ya Empezó" , el Obispo Slattery describe el trabajo de organizaciones basadas en la fe que tratan con las consecuencias sociales del VIH/SIDA. Como es lógico, es la gente de fe la que es heroicamente solidaria con los infectados en sus hogares, y el personal de los orfanatos llenos de huérfanos y niños llorando. (Estos excelentes documentales fueron producidos por Metanoia Media, y pueden ser ordenados vía Internet en CatholicStudio.com ).

Pocos conocen mejor que el Obispo Slattery los problemas de la epidemia del VIH/SIDA. El índice de adultos con VIH en Sudáfrica era del 18.8% al final del 2005, o cerca de lo que hubo en Uganda hace 15 años. El programa "Educación para la Vida" ha sido introducido en su diócesis y se extendió a lo largo de toda Sudáfrica.

El asombro éxito de Uganda en combatir la propagación del SIDA puede ser atribuido a este revolucionaria proximación al problema: a través de la promoción de la abstinencia sexual antes del matrimonio y la fidelidad dentro de él.

"(SIDA) es una amenaza para toda la civilización, es una amenaza para nuestro futuro, es un asunto que nos mueve a preguntarnos '¿habrá nuevas generaciones por aquí en el futuro?'" dice el Obispo Slattery. "Suena pesimista visto de esa forma, pero en realidad, el problema es muy grave, si ves las estadísticas"

"Se hace cada vez más evidente día a día que la obsesión del mundo occidental en la promoción del condón está estorbando severamente los esfuerzos de los países africanos para manejar efectivamente el VIH/SIDA", dice el Obispo Slattery. "El único país que muestra un progreso real combatiendo contra esta enfermedad es Uganda… a través de la promoción de la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad dentro del matrimonio.

El mundo occidental se rehúsa a aceptar y destacar este tremendo logro. Por el contrario, están haciendo todo lo posible por arruinarlo usando todo medio disponible para promover el condón en este país, contra el deseo de los líderes de gobierno.

¿Habrá alguien en USAID que esté al tanto de todo esto?

SUMARIO

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" La fe en que la ciencia se basa"
Extracto del articulo de paul davies, escritor científico en The New Yor Times, en www.aceprensa.com, miercoles 5 de diciembre de 2007

El físico Paul Davies, conocido autor de libros de divulgación científica (ver Aceprensa 90/95), señala en The New York Times (24 noviembre 2007) que ciencia y fe se encuentran más cerca de lo que muchos científicos suponen.

Davies comienza su artículo recordando las ideas comúnmente admitidas sobre la relación entre ciencia y religión. "La ciencia, nos dicen continuamente, es la forma más fiable de conocimiento que tenemos sobre el mundo, porque se basa en hipótesis contrastables. En cambio, la religión se basa en la fe. (…) En ciencia, un sano escepticismo es una necesidad profesional, mientras que en religión, creer sin tener evidencia se considera virtud".

Pero la separación entre ciencia y fe no es tan neta, pues "la ciencia tiene su propio sistema de creencias basado en la fe". "Toda ciencia descansa en el supuesto de que la naturaleza tiene un orden racional e inteligible. Uno no podría ser un científico si creyera que el universo es un revoltijo de cosas yuxtapuestas al azar.

Cuando los físicos sondean un nivel más profundo de la estructura subatómica, o los astrónomos amplían el alcance de sus instrumentos, esperan volver a encontrar un elegante orden matemático. Y hasta ahora esta fe ha mostrado estar justificada".

"La expresión más refinada de la inteligibilidad racional del cosmos se encuentra en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales del funcionamiento de la naturaleza", prosigue Davies. "Pero ¿de dónde vienen esas leyes? Y ¿por qué tienen la forma que tienen?"

Si se plantean estas preguntas a los físicos, unos responden que no son cuestiones científicas, otros que no se sabe; la mayoría dice que no hay razón alguna para que las leyes físicas sean como son: simplemente son así. Entonces, comenta Davies, "un científico ha de tener fe en que el universo está regido por leyes matemáticas seguras, inmutables, absolutas y universales de origen desconocido. Hay que creer que esas leyes no fallarán, que mañana al despertar no nos encontraremos con que el calor fluye de las cosas frías a las calientes, ni que la velocidad de la luz cambia cada hora".

Pero "la tesis de que la existencia de las leyes no obedece a razón alguna es profundamente anti-racional". La explicación científica de cualquier fenómeno se basa en que hay razones para que las cosas sean como son. Si al final resulta que los fundamentos de la realidad, las leyes de la física, no tienen razón que los sustente, es como una burla de la ciencia.

De hecho, en los últimos años ha ido aumentando el número de científicos que no rehúsan plantearse la cuestión del origen de las leyes físicas. Por un lado, ha ido ganando aceptación la idea de que "la aparición de la vida en el universo, y por tanto de observadores como nosotros, depende de la forma de las leyes. Si las leyes de la física no fueran más que un batiburrillo de reglas, casi con toda certeza no habría vida".

Por otro lado, también se ha extendido la hipótesis de que las leyes que considerábamos básicas y universales podrían ser en realidad leyes particulares de nuestro universo, distintas de las de otros universos. Así, otros universos están regidos por leyes físicas incompatibles con la vida, pero naturalmente nosotros estamos en uno con leyes que nos permiten existir.

Sin embargo, esa segunda teoría, observa Davies, no responde a la cuestión sobre el origen de las leyes. Pues tendría que haber un proceso físico que hiciera surgir los distintos universos y otorgara leyes particulares a cada uno. Y tal proceso habría de tener sus propias leyes, o meta-leyes. ¿De dónde habrían venido?

Davies concluye que "tanto la religión como la ciencia se fundan en la fe, o sea, en la creencia de que existe algo exterior al universo y que no se explica, bien Dios, bien un conjunto de leyes físicas o tal vez incluso un enorme conjunto de universos desconocidos". Esta coincidencia no es tan extraña, pues "la misma noción de ley física es teológica en su origen". Procede, como muestra el caso de Newton, de la doctrina cristiana, según la cual Dios creó el mundo y le confirió un orden racional.

Por tanto, no hay posibilidad de explicar por qué el universo físico es como es, dice Davies, si se atribuye su fundamento a leyes que carecen de justificación o vienen impuestas por la divina providencia. Sería necesario, más bien, considerar las leyes físicas y el universo regido por ellas como partes de un sistema unitario y encajarlas en un esquema explicativo común. Hasta que la ciencia no lo logre, mientras no ofrezca "una teoría contrastable de las leyes del universo, su pretensión de estar libre de fe es manifiestamente falsa".

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" www.portantos.es: Una web para informar el sostenimiento económico de la Iglesia y del servicio en la sociedad "
Noticia en www.zenit.org, lunes 26 de noviembre de 2007

La Conferencia Episcopal Española (CEE) presentó a los medios de comunicación la nueva página web www.portantos.es, con la que «se pretende informar a los ciudadanos del nuevo sostenimiento de la Iglesia y concienciarles del servicio que presta a la sociedad, para que quienes lo decidan y estén interesados colaboren económicamente con total libertad». Isidro Catela, director de la Oficina de Información de la CEE, explicó que «la página tiene un diseño moderno y sencillo en el que destacan cinco apartados: Lo que somos, lo que hacemos, nuestros recursos, historias reales y colabora con nosotros».
En la página web, cuyo dominio está en funcionamiento desde hace un mes, se pueden ver los distintos videos de la campaña de comunicación, así como el info-comercial que explica, «mediante un sencillo vídeo la situación actual, tras el Acuerdo al que se llegó con el Gobierno en diciembre de 2.006», explica Catela.La principal novedad de la página web se encuentra en la sección «Historias reales», donde se exponen los testimonios de personas que se dedican a colaborar con la Iglesia o que reciben ayuda de ella. Un apartado que, informó el director de la Oficina de Información de la CEE, «pretende ser un portal abierto a los internautas para que sean éstos los que cuenten su historia personal de colaboración con la Iglesia».
Durante la presentación del acto, también participó el socio-fundador de Advise (empresa seleccionada por la CEE para la Campaña de comunicación), Guillermo Navarro, que explicó a los medios cómo se llegó a la decisión de elegir la imagen de marca «xtantos» para la campaña y cómo se fue realizando la página web, diseñada por la empresa HCD.