Asociación Ronda80. Voluntariado

Blog para los voluntarios de la Asociación Ronda80 y público en general.
Contiene la agenda de actividades para voluntariado organizadas por esta asociación y una recopilación semanal de cinco noticias de interés que se envía por e-mail.

Calendario

sábado, 6 de octubre de 2007

Siena 300



Ronda80

Siena newsletter

Cinco tendencias semanales para tus argumentos públicos

AÑO VII N 300 del 2 al 9 de octubre de 2007



1

"Cuando los padres no saben hacerse respetar"

artículo de patricia dalton en the washington post, 10 de septiembre de 2007 editado por www.aceprensa.com

"Los niños que son constantemente alabados, a menudo se convierten en adultos susceptibles que tienen dificultades en su trabajo o en su vida personal debido a sus reacciones negativas", escribe la psicóloga clínica Patricia Dalton en un artículo publicado por The Washington Post (10-09-07).

"Profesores, pediatras y terapeutas como yo estamos viendo niños de todas las edades que no tienen miedo de sus padres. Ni poco ni mucho. Ni de su poder, ni de su posición, ni de su capacidad para imponer criterios y hacer cumplir sus consecuencias. No estoy defendiendo un comportamiento paterno violento o autoritario, que puede hacer un daño incalculable. No, hablo de un sentimiento que era común a nosotros, generación del baby boom, cuando éramos niños (...): todo lo que mi madre tenía que hacer era lanzarme una mirada. (...) Hoy esa mirada parece haber sido sustituida por un débil asentimiento de aquiescencia paternal... y un convencido reconocimiento por 'lo difícil que es ser niño hoy en día'", escribe Dalton, mientras cuenta lamentables ejemplos vividos en su propia consulta. Esta situación "hace que los terapeutas añoren los días del antiguo y bueno complejo de inferioridad", resume con un punto de ironía.

¿Es que acaso a los padres de hoy no les preocupa la educación de sus hijos? No, "hoy hay mamás y papás que no son solamente padres... creen en la "ciencia de ser padres". Leen tomos sobre el modo de ser buenos padres y lo ven como un arte y una ciencia que debe ser estudiada y actualizada y practicada conscientemente. Dejar que los niños correteen por el barrio y se aburran a ratos es anatema para ellos."

"Muchos padres, hoy en día, no esperan que sus hijos colaboren demasiado en casa, aunque sí esperan que lo hagan fuera del hogar. Tienen fuertes convicciones sobre lo que hace a los niños triunfadores y felices 'por siempre jamás', y apuntalan esas convicciones en la idea de que ellos -los padres- son de suma importancia en esta búsqueda. Estos padres creen que la autoestima es la llave para el éxito en la vida, y con este fin halagan mucho a sus hijos."

"Son igualitarios, y creen que sus familias deberían ser democracias. No hace falta decirlo: no dan órdenes. Creen que los niños harán las cosas cuando estén preparados para ello. Preguntan a sus hijos educadamente si harán algo y se sorprenden y consternan cuando la respuesta es 'no'.". Y, sin embargo, opina Dalton, difícilmente los profesionales de la educación pueden persuadir a esos padres de que esa manera de educar "no solo no ayuda sino que de hecho hace daño. (...) No quieren tener que oír que sus conceptos New Age para criar niños, además de no funcionar, son realmente recetas para el desastre".

La autora del artículo cita varios estudios que apoyan su postura. Uno de ellos, realizado en alumnos de una clase de 10 años, los dividía en dos grupos dependiendo de si los investigadores les hacían considerar que su éxito se basaba en su inteligencia o en su esfuerzo. Alabados por su trabajo duro, estos "estaban más inclinados a intentar hacer tareas más difíciles y las efectuaban mejor que aquellos elogiados por su inteligencia". Otro llevado a cabo con alumnos dos y tres años mayores "confirmaron estos hallazgos".

Una revisión de 200 estudios sobre autoestima en 1996 hizo aumentar la preocupación al respecto. "Más que promover el éxito, (...) una autovaloración positiva poco realista iba unida a agresión, crimen y violencia". Por otra parte, "algunas interesantes investigaciones sobre atracción interpersonal han mostrado que la autoconfianza en combinación con algo de vulnerabilidad hace a la persona más atractiva para los demás. Un inquebrantable amor propio supone una desventaja".

"Los niños sobreprotegidos y con poca disciplina pueden tener también dificultades más tarde, siendo jóvenes adultos, con el proceso de emancipación del hogar y la creación de una vida independiente", dice Dalton.

Para terminar, sugiere a los padres que hagan suyo este manifiesto: "exijamos más ayuda de nuestros hijos en el hogar y renunciemos a algunos de nuestras frenéticas inversiones en sus logros académicos, deportivos y sociales. Reforcemos los límites y dejémosles ser niños en su propio papel de niños. Permitamos que experimenten algunas de las decepciones de la vida. (...) Empecemos a preocuparnos menos de si nuestros hijos son felices siempre y más de si estamos disfrutando de ellos y de nosotros mismos. Seamos padres en nuestro papel de padres. Y por último, pero no menos importante, resucitemos un viejo concepto: papá y mamá saben más".

SUMARIO

2

"Lo que siempre quiso saber sobre nulidades...

y nadie le supo responder"

Semanario alfa y omega, jueves 21 de junio de 2007

¿Es cierto que las nulidades se consiguen con dinero e influencias?

Cualquier persona puede acudir al Obispado de su diócesis para solicitar un proceso de nulidad. Normalmente, hay que tener un abogado, que será quien presente la demanda de nulidad, pero si no se tienen medios económicos para pagar a un abogado, o si, incluso, no se pueden pagar las costas del Tribunal, la Iglesia le puede ayudar, de diferentes maneras o grados. Todas aquellas personas cuyo sueldo sea menor al doble del salario mínimo interprofesional, tan sólo tienen que presentar unos documentos que lo acrediten, y, por el procedimiento de Gratuito Patrocinio, la Iglesia les paga íntegramente todo el proceso.

Además, existe la Reducción de Tasas, por las que una persona, también sin suficientes medios, puede pagar tan sólo o el 25%, o el 50%, o el 75% del total del proceso. Existe también, en la Iglesia, la figura del Patrono estable, o abogado gratuito, al que puede acudir cualquier persona, sin necesidad de demostrar que carece de medios económicos. Estos abogados están al servicio de todo aquel que se quiera acoger a ellos.

¿Por qué algunos famosos, de dudosa moralidad, han conseguido la nulidad?

Hay que reconocer que, en ocasiones, algunos procesos de nulidad se han hecho polémicos por tener como protagonistas a personajes famosos. Personas que viven con sus parejas sin estar casadas, que tienen varias experiencias matrimoniales a sus espaldas... A la gente de a pie le extraña que la Iglesia no tenga en cuenta este estilo de vida. Frente a ello, don Isidro Arnáiz, Presidente del Tribunal Eclesiástico de Madrid, recuerda que, «en una declaración de nulidad del matrimonio, la Iglesia, en lo que tiene que fijarse, es en las circunstancias que concurrieron en el momento de la celebración del matrimonio».

«Las circunstancias posteriores a la celebración de ese matrimonio pueden servir de indicio respecto a lo que sucedió en el momento de la celebración, o no. La vida posterior de las personas tiene que ver con la moral cristiana, y tendrán que pedir perdón por sus conductas contrarias a la doctrina y la moral de la Iglesia, pero, para un Tribunal, lo que cuenta es lo que sucedió, y las circunstancias que concurrieron durante la celebración del matrimonio».

¿La Iglesia se enriquece con los procesos de nulidad?

Lo cierto es que la Iglesia, por cada expediente, recibe 700 euros, en concepto de derechos del tribunal. Esto supone tan sólo una tercera parte de lo que cuesta el mantenimiento del tribunal. Dicho de otra manera: a la diócesis le cuesta dinero mantener los tribunales, con lo que la nulidad, al final, se convierte en un auténtico servicio.

¿Por qué hay matrimonios, con siete hijos, casados durante toda una vida, que terminan consiguiendo la declaración de nulidad?

El hecho de que un matrimonio haya convivido durante muchos años, e incluso que hayan tenido muchos hijos, no significa que sea válido. En el momento del consentimiento, muchos años atrás, podían estar sucediendo cosas que anularan este matrimonio, de forma que nunca hubiera tenido lugar, como la falta de libertad, la incapacidad de muchos tipos, etc. Si esto se demuestra, el matrimonio es nulo, y nunca existió.

¿Qué es la famosa inmadurez afectiva , y cómo se puede demostrar?

La abogada matrimonialista doña Rosa Corazón afirma que la inmadurez afectiva es la «incapacidad para entregarse, lo cual es algo bastante genérico en el sustrato de muchos trastornos de personalidad, una incapacidad para aceptar a la otra persona como lo que es, para compartir la vida, para enriquecerse mutuamente a través del matrimonio, para la donación».

Si todos tenemos cierta inmadurez, ¿no deberían ser todos los matrimonios nulos?

En primer lugar, hay que dejar muy claro que sólo los trastornos psíquicos serios son los que invalidan el consentimiento matrimonial. Una inmadurez leve podría reducir la libertad de una persona, pero desde luego no anula su voluntad y su capacidad para entender. Hay que distinguir, por tanto, la enorme diferencia que hay entre la incapacidad, y la mera dificultad. La primera, anula; la segunda, es una responsabilidad común a todos, al tomar una decisión tan importante como la del matrimonio. Casi todo el mundo, al casarse, cuenta con algunos puntos de su personalidad en los que aún tiene que madurar. En ese sentido, juega un papel muy importante la formación durante el noviazgo.

Una nulidad matrimonial... ¿no es un divorcio encubierto?

La nulidad significa que el matrimonio nunca existió, porque hubo algo gravísimo que impidió que naciera. Por lo general, cuando la gente pide la declaración de nulidad, es para rehacer su vida, siendo coherente con su fe.

¿Qué diferencias hay entre separación, divorcio y nulidad?

Cuando dos personas casadas ven que su convivencia matrimonial es imposible, tanto la ley civil como la canónica autorizan su separación. En cuanto al divorcio, al llevarse a cabo, deja de haber matrimonio para el Estado, aunque sí se reconoce que hubo un matrimonio. No así para la Iglesia, pues el matrimonio es indisoluble.

Donde sí se produce congruencia entre Iglesia y Estado es en los casos de nulidad. De la misma manera que cuando una pareja se casa por la Iglesia, este matrimonio es válido también a efectos civiles, la nulidad reconoce que no hubo matrimonio en ningún momento, ni para la Iglesia, ni para el Estado.

SUMARIO

3

" Sauron, Lord Voldemort, el Emperador:

el mal es incapaz de entender el bien "

comentario de diego contreras, profesor de comunicación institucional en www.laiglesiaenlaprensa.com, 22 de agosto de 2007

Escribe Hal G. P. Colebatch en The American Spectator sobre las resonancias cristianas presentes en epopeyas contemporáneas de gran éxito como "El Señor de los Anillos", "La Guerra de las Galaxias" y "Harry Potter". A pesar de que en esas obras no se menciona a Dios, Colebatch afirma que se trata de historias específicamente cristianas, en las que la Muerte –la verdadera Mala Noticia- puede ser vencida gracias a un poder más grande. De ahí concluye que el éxito popular de esas obras demuestra que la concepción cristiana del mundo y de la condición humana sigue profundamente arraigada en el hombre de hoy.

Junto a elementos comunes típicos de este género literario (el Héroe que se siente incapaz de su tarea, el Gran Enemigo, la Prueba, el Mentor o consejero, etc.), en todas esas obras el héroe acepta que debe morir para cumplir su misión, pero es salvado gracias a una intervención inesperada. Precisamente la aceptación de la muerte por parte del héroe juega un papel crucial en la derrota del enemigo. La razón de fondo es que "el mal no puede entender el bien, pero el bien sí puede entender el mal", una sugerente idea ya formulada por Boecio y retomada por C. S. Lewis.

En efecto , Sauron ["El Señor de los Anillos"] es incapaz de pensar que alguien esté dispuesto a destruir el anillo, sin usarlo para su propio beneficio; el Emperador Palpatine ["La Guerra de las Galaxias"] piensa que la atracción del poder corromperá a Luke Skywalker, como –piensa- que corrompió a su padre, Darth Vader, para siempre; Lord Voldemort ["Harry Potter"] no puede entender que el poder del amor será mayor que el de su magia. Cada uno de estos Enemigos razona con los esquemas de su propia biografía.

SUMARIO

4

"Diversidad cultural"

articulo de ignacio sánchez cámara, catedrático de filosofia de la universidad de la coruña, en la gaceta de los negocios,

24 de septiembre de 2007

Las sociedades occidentales serán, previsiblemente, cada vez más pluriculturales. En ellas convivirán, necesariamente, personas procedentes de culturas diversas y aún opuestas. El problema que habrá que resolver consiste en determinar si la convivencia entre personas de distintas culturas exigirá o no la asunción del relativismo ético.

La convivencia entre culturas posee dos aspectos o dimensiones: interna e internacional. Sobre el segundo aspecto trató el polémico ensayo de Huntington acerca del choque de civilizaciones. A pesar de las interpretaciones equivocadas o sesgadas, la tesis del autor pronostica que los futuros conflictos no enfrentarán a ideologías o sistemas económicos y políticos, como en la llamada guerra fría, sino a culturas. El elemento fundamental no será el económico o ideológico, sino el cultural y, especialmente, el religioso. El pronóstico se cumplirá o no (y parece que, en buena medida ya ha comenzado a cumplirse), pero no se trata de la expresión del deseo de su autor, quien, por otra parte, se opone a toda pretensión de hegemonía de la civilización occidental sino que, por el contrario, postula que deberán aprender a coexistir.

Alain Touraine ha defendido la tesis de que la convivencia entre las culturas sólo es posible si todas ellas (y, desde luego, no sólo la occidental) renuncian a la pretensión de tener razón. Parece un precio desmedido e improbable. Bastaría con que renunciaran a la pretensión de imponerse mediante la fuerza.

En cualquier caso, la convivencia entre culturas no exige la asunción del relativismo cultural y moral. Desde nuestra perspectiva occidental, podemos preguntarnos si las normas y principios que rigen, más o menos, entre nosotros representan algo propio de nuestra particular cultura o, por el contrario, pueden legítimamente aspirar a la universalidad, a ser válidas para todos. Aunque se tratara de lo primero, y no es algo evidente, la cultura occidental tendría, al menos, el derecho a sobrevivir junto a las demás. Alain Finkielkraut se preguntó: ¿podemos matar la cultura europea a fuerza de hacerla acogedora? Y la pregunta no es banal. Corremos el riesgo de defender el pluralismo cultural en Occidente, mientras se propaga la hegemonía cultural y la beligerancia en otras civilizaciones. Pero también es posible pensar que, lejos de constituir eso una debilidad, nos otorgue una fuerza especial.

En cualquier caso, el relativismo cultural y ético, aparte de no ser filosóficamente consistente, tampoco constituye un fundamento adecuado para la diversidad cultural y la convivencia pacífica entre culturas. Por lo demás, las amenazas para la cultura europea proceden más del interior que del exterior.

Los bárbaros, como afirmó MacIntyre, no están esperando al otro lado de nuestras fronteras sino que llevan mucho tiempo entre nosotros, incluso gobernándonos. Lo que nos amenaza es la barbarie interior, una de cuyas manifestaciones es el relativismo ético. Un relativismo que goza de un inmerecido prestigio. No se trata del último hallazgo del pensamiento filosófico. Por el contrario, es viejo de más de veinticinco siglos, pues fue defendido por Protágoras en el siglo V antes de Cristo. Esto nada dice en favor de su falsedad, pero tampoco de su verdad. Después de ser formulado, la mayoría de los pensadores se han opuesto a él. Incluido el pasado siglo en el que han prevalecido filosofías morales y políticas no relativistas. Es un error pensar que el relativismo constituye el fundamento de la democracia. Por el contrario, si no hubiera verdades en el orden moral y político, la democracia quedaría en pie de igualdad de legitimidad junto a los demás regímenes.

La tolerancia frenética terminaría por destruirse a sí misma. Si no hay límite en la aceptación de las pautas culturales ajenas, las propias quedarán en peligro. Y los límites no pueden proceder sólo de las leyes ni del respeto a los derechos humanos, ya que aquéllas pueden ser cambiadas, incluida la Constitución, y éstos dependen en cuanto a su contenido de la fundamentación y de las distintas concepciones acerca de la persona. El único límite eficaz reside en las convicciones morales.

Por lo demás, no se trata de exhibir una arrogante superioridad de nuestra cultura europea. Somos herederos de unas realidades culturales y morales previas y ajenas. Ni el cristianismo, ni la filosofía griega, ni el derecho romano son creaciones europeas. Europa se constituye como heredera de esas tradiciones ajenas que aspiran a una validez universal. Lo que hay de universal en nuestra cultura es, en su mayoría, heredado.

No hay, por tanto, nada de colonialismo cultural ni de injustificada arrogancia en invitar a los demás a asumir unos principios que no son particulares sino universales. Y si en otras latitudes, cosa que no es improbable, se llegaran a defender mejor esos principios y valores, no habría nada que temer de ello. Lo malo es que algún día llegaran a olvidarse. Entonces, la barbarie sería, más que una posibilidad, un futuro tenebroso e irremediable.

SUMARIO

5

" No quiero ser mujer florero "

artículo de jaime nubiola, profesor de filosofía de la universidad de navarra, en la gaceta de los negocios, sabado 13 de agosto de 2005

Al advertir en estos primeros días del verano el empeño de todas las mujeres por estar superatractivas, acudía a mi memoria aquella canción que comienza con un «de mayor quiero ser mujer florero, metidita en casita yo te espero, las zapatillas de cuadros preparadas, todo limpio y muy bien hecha la cama». Venía a mi cabeza también la consideración de cómo décadas de lucha por la liberación de la mujer han traído, en muchos casos y en no pocos ámbitos, una esclavización de muchas mujeres, que viven en una total dependencia de la mirada de los demás.

En la canción de Ella baila sola se caricaturizaba aquel anticuado «ideal femenino» —si es que alguna vez existió— en el que la mujer aspiraba sólo a ser un complemento del varón de quien recibía su identidad: «yo aquí siempre te espero porque yo sin ti es que no soy nada», seguía la letra. Afortunadamente ya no hay nadie que piense así, pero me parece, en cambio, que la cultura epidérmica de la publicidad y el glamour nos está reduciendo a la condición de floreros tanto a ellas como a ellos.

Se dice que el problema de muchas mujeres de hoy es que quieren ser de película, que quieren ser realmente mujeres florero. «Durante todos estos siglos —escribía en 1928 Virginia Woolf—, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar la silueta del varón al doble de su tamaño natural». Ahora aquel sometimiento histórico de la mujer al varón como espejo en el que éste se miraba está siendo reemplazado por la aspiración a ser objeto que atraiga la mirada y el deseo de los demás. Ser florero es convertirse en un objeto decorativo —puesto a menudo para rellenar un hueco— que alcanza su plenitud cuando logra llamar la atención. El cambio de espejo a florero no altera la cosificación de la mujer, quizás incluso la torna más humillante, pues a menudo se trata de una objetualización voluntariamente buscada. Cuántas mujeres hoy en día salen a la calle vestidas llamativamente para ser objeto del deseo de quienes las ven.

La exhibición es el recurso infalible, que nunca pasa de moda, para llamar la atención. Realmente no es fácil entender las modas que llevan a exhibir el ombligo o la ropa interior, ni tampoco es posible predecir qué va a pasar a este respecto en los próximos años. Lo que sabemos es que esa moda tal como ha venido desaparecerá, de la misma manera que los zapatos de mujer pasan de puntiagudos a cuadrados cíclicamente. Leí ayer que Cristina Onassis jamás volvía a ponerse un mismo vestido por segunda vez, así que cuando uno le gustaba mucho, se compraba dos. A quienes nos gusta llevar ropa cómoda por muy usada nos horroriza un comportamiento así y nos sentimos felices de no tener que atenernos a esa dictadura consumista.

Pero el exhibicionismo es algo más profundo y radical que una moda. Hace algunos años una espigada estudiante que llevaba un palmo de vientre al aire me explicó que vestía así porque era su manera de gritar que necesitaba que la quisieran. Me impresionó aquella explicación porque acierta derechamente en un registro muy hondo de los seres humanos. Lo que queremos por encima de todo es que nos quieran y estamos dispuestos a hacer lo que sea para conseguirlo. Buena parte del atractivo de la moda es el señuelo de que si vistes de esa manera llamarás la atención, gustarás a los demás que se sentirán atraídos por ti y te querrán. Y tiene parte de razón este tipo de argumento, pero desconoce que los seres humanos no queremos a los cuerpos, sino a las personas. Las personas se expresan en su corporalidad y en su manera de vestir, pero son muchísimo más interesantes y amables que su atuendo.

Otra alumna, comentando en su examen de junio aquello que Machado pone en boca del maestro Juan de Mairena: «Después de la verdad nada hay tan bello como la ficción», me hacía caer en la cuenta de que los seres humanos sólo podemos vernos de cuerpo entero en un espejo y quizá por eso tendemos a pensar que la imagen en el espejo —que es siempre una imagen, una ficción— es la verdad acerca de nosotros mismos. «La ficción —explicaba Laura en su comentario— nos esclaviza hasta hacernos creer que no somos libres. La ficción, en su falsa belleza, nos encoge y nos impide ver más allá de lo que ella misma representa. Hay belleza en la ficción, pero no es más que una apariencia, un sueño. La verdad es luz que esclarece y muestra la autenticidad de lo que somos. La ficción atrae, pero la verdad libera. La verdad nos da vida y si queremos encontrarnos en nosotros mismos y no sólo como mero reflejo en el espejo, es necesario que creamos en su fuerza y en el poder que imprime en nuestras vidas». Efectivamente, las imágenes reflejadas en los espejos son capaces de esclavizar hasta la anorexia cuando son tomadas como la verdad acerca de nosotros mismos.

Pero, por otra parte, cuántas veces las mujeres de película, las mujeres de ficción, impiden que los hombres atendamos a las mujeres reales a nuestro lado, esposas, colegas, madres, hijas, hermanas. Ayer un profesor universitario me enviaba desde Italia un patético chiste de Glasbergen en el que aparece una mujer en la perfumería pidiendo algún perfume que huela a computadora para recuperar así la atención de su esposo. En los procesos de divorcio —al menos en los Estados Unidos— ha comenzado a figurar de manera creciente como motivo de la separación el consumo de pornografía on line por parte del marido. La esposa real no es capaz de competir con las mujeres de ficción ni con las prestaciones sexuales que éstas ofrecen a través de Internet. Es una realidad sórdida y penosa, pero probablemente nos encontramos ante un círculo perverso y deshumanizador de las relaciones entre varones y mujeres que adoptan formas cuasi-simétricas de pornografía y exhibicionismo.

Pero, y ¿qué pasa con los hombres? La publicidad nos presenta paulatinamente una cierta androginización metrosexual de los iconos de moda masculina. También los hombres —sobre todo algunos jóvenes— quieren ser floreros. De la misma manera progresiva que crece el mercado de cosmética masculina (incluida la depilación), los chicos jóvenes se empeñan cuidadosamente en enseñarnos sus calzoncillos. Al verlos siempre pienso, como me decía aquella alumna, que lo que están gritando es que necesitan alguien que les quiera, que les escuche, que les comprenda. Se trata como siempre de un fenómeno ambivalente.

Estoy convencido de que los hombres podemos y debemos cuidar más nuestra manera de presentarnos, de vestir y de comportarnos, podemos aprender mucho de las mujeres también en todo esto. Mejor dicho, va siendo hora de que superemos aquellos viejos estereotipos de rol que asignaban unas cualidades a las mujeres y otras a los varones, y nos decidamos a aprender unos de otros, a querernos unos a otros, a crear espacios comunicativos humanos en los que nadie necesite presentarse como un objeto para atraer la atención, en los que nadie se animalice exhibiéndose como cebo para atrapar al depredador, en los que realmente nadie quiera ser un florero.

SUMARIO

No hay comentarios: