Asociación Ronda80. Voluntariado

Blog para los voluntarios de la Asociación Ronda80 y público en general.
Contiene la agenda de actividades para voluntariado organizadas por esta asociación y una recopilación semanal de cinco noticias de interés que se envía por e-mail.

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domingo, 2 de diciembre de 2007

Siena 308

Siena 308



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"Presentada hoy la Encíclica Spe Salvi: ¿qué puedo hacer para que surja alrededor la esperanza?"

comentario de juan josé garcía noblejas, profesor de comunicación institucional en la universidad pontificia de la santa cruz (roma),

en www.sriptor.org, viernes 30 de diciembre de 2007

Al comenzar a leer, esta mañana, recién salida, la nueva Encíclica de Benedicto XVI, " Spe Salvi (facti sumus)" (en castellano: "En esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros"), me vino a la memoria una anécdota de Juan Pablo II.

En una ocasión, Juan Pablo II concedió una entrevista a la BBC. El periodista le explicó las exigencias de brevedad en televisión y le dijo ¿Santidad, podría explicarme, en pocas palabras, qué es la Iglesia? Juan Pablo II contestó –sonriente- que, puestos a ser breves para decir qué es la Iglesia, le bastaba con una sola palabra: "salvación".

Así que la nueva Encíclica trata básicamente de esperanza y salvación. De Dios y la Iglesia. Y desde luego, hay muchas cosas que atraen la atención en sus 50 puntos y 40 notas, que en la versión italiana impresa ocupa 77 páginas.

El detalle de los asuntos destacados está en la prensa (p.e. Il Corriere), y también en el resumen del Vatican Information Service. Y algunas recurrencias que -como también advierte John Allen- forman parte del pensamiento de Benedicto XVI: la mutua necesidad de fe y razón, la imposibilidad de hacer un orden social justo sin referencia a Dios, la urgencia de no entender la escatología ("el nuevo Cielo y la nueva tierra") en términos exclusivamente políticos, concebir la verdad objetiva como el límite real para las ideologías, etc.

Llama la atención, por ejemplo, leer que:

- "Un mundo que tiene que crear su justicia por sí mismo es un mundo sin esperanza".

- El error fundamental de Marx está en que "ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables".

- Jesús no traía "un mensaje socio-revolucionario" como el de Espartaco y "no era un combatiente por una liberación política como Barrabás o Bar-Kokebá". Lo que Jesús había traído "era algo totalmente diverso: (...) el encuentro con el Dios vivo, (...) el encuentro con una esperanza más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud".

- Cristo nos hace libres verdaderamente: "No somos esclavos del universo" y "de las leyes y de la casualidad de la materia". (...) Somos libres porque "el cielo no está vacío", porque el Señor del universo es Dios, que "en Jesús se ha revelado como Amor".

- Cristo es el "verdadero filósofo" que nos dice "quien es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre". "Èl indica también el camino más allá de la muerte; sólo quien es capaz de hacer todo esto es un verdadero maestro de vida". Y nos ofrece una esperanza que es al mismo tiempo espera y presencia: porque "el hecho de que este futuro exista cambia el presente".

- El Papa observa que "El restablecimiento del "paraíso" perdido, ya no se espera de la fe" sino de los progresos técnicos y científicos, de los que surgirá "el reino del hombre". La esperanza se transforma de ese modo en "fe en el progreso" asentada sobre dos columnas: la razón y la libertad, que parecen garantizar de por sí, en virtud de su bondad intrínseca, una nueva comunidad humana perfecta".

Está claro que sobrevuela el prensamiento de San Agustín, y está claro el razonamiento en torno a las enormes deficiencias de la revolución francesa ilustrada y la revolución marxista, como fuentes de esperanza para el ser humano.

De todos modos, hay algo que me llama poderosamente la atención, quizá bajo el prejuicio de la comunicación, y que se encuentra al final del penúltimo párrafo de la Encíclica. tiene que ver con la dimensión social de las personas:

- Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal (…)

- Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí. Como cristianos, nunca deberíamos preguntarnos solamente: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza?

Entonces habré hecho el máximo también por mi salvación personal.

Parecía de entrada un texto más bien teórico y académico. Hay que rendirse a la evidencia de que Benedicto XVI, además de ser un intelectual, es un pastor, y un hombre que entiende muy bien la dimensión social de las personas y de los tiempos que corren.

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"El futuro de Occidente"

articulo de george weigel en la gaceta de los negocios,

lunes19 de noviembre de 2007

Desde hace años, lo que parece un distanciamiento cada vez mayor entre EEUU y Europa ha sido el principal objeto de debate político. Esta separación del Atlántico, que afecta al futuro del proyecto democrático a ambos lados del océano, se suele analizar sobre la base de diferencias políticas. Sin embargo, mi tesis es que cualquier esfuerzo por comprender este distanciamiento en términos políticos, estratégicos y/o económicos es estéril.

Europa atraviesa una crisis que podríamos denominar de moral civilizadora. La manifestación más importante de la crisis es el hecho de que la propia Europa está sufriendo un bajón demográfico si precedentes. Cuando un continente es incapaz de crear el futuro humano en el sentido más elemental, algo grave está pasando. Es fundamental para todo Occidente entender esta crisis; especialmente en una época en que otra civilización, con una visión del futuro muy diferente, compite, en ocasiones agresivamente, contra Occidente por la definición de ese futuro.

Para esclarecer las causas de la crisis debemos ver la historia de otro, modo; a través del prisma de la cultura. A principios del siglo XX, Europa era considerada el centro de la civilización mundial. En cuestión de 50 años, esa misma Europa desató dos guerras, tres sistemas totalitarios, una guerra fría que amenazó con un desastre mundial, el Gu­lag y Auschwitz. ¿Por qué? La clave a esta pre­gunta podría hallarse en lo cultural, en lo espiritual y hasta lo teológico.

En 1942, el jesuita Henri de Lubac sostenía que los tormentos que Europa sufría en aquella década eran el resultado de una constelación de ideas anómalas que él agrupaba bajo la denominación de "humanismo ateo" o el deliberado rechazo del Dios de la Biblia el nombre de la liberación humana. Cuando a las tecnologías modernas unen el positivismo de Comte, el subjetivismo de Feuerbach, el materialismo marxista y la voluntad de poder nietzscheana, de aquí, sostenía el padre De Lubac, surgirían ideas con graves consecuencias: el comunismo, el fascismo y el nazismo. El primer resultado de es­te profundo cambio en la alta cultura europea fue la Primera Guerra Mun­dial.

Porque la Gran Guerra fue la con­secuencia letal de una crisis de moral civilizadora; el fracaso de. una razón moral en una cultura que había apor­tado al mundo la idea de "razón mo­ral". Sólo después de 1991, finalizada la guerra civil europea de 77 años de du­ración, salieron a la superficie de la historia las consecuencias de tamaño conflicto. La Europa contemporánea no está plagada de las formas más sal­vajes de "humanismo ateo"; la segun­da Guerra Mundial y la Guerra Fría lo evitaron poniendo fin al fascismo, al nacionalsocialismo y al marxismo-le­ninismo.

Nuestra Europa de hoy está profundamente marcada por un pa­riente más amable y moderado que el filósofo canadiense Charles Taylor ha denominado "humanismo exclusivo". Esto es, una serie de ideas y posiciones políticas según las cuales (y en el nombre de la democracia, los derechos hu­manos, la tolerancia y el civismo) todo punto de referencia moral y religioso debe ser excluido de la vida pública eu­ropea, en especial, de la vida pública de la Unión Europea.

Pero, al mismo tiempo, hay indicios de renovación espiritual y cultu­ral en Europa. Jürgen Habermas, que en su día defendió una forma extrema de humanismo exclusivo, ahora sostiene que una política humana y democrática debe basarse en normas morales que sepamos verdaderas. Aunque tal vez sea más importante el inicio de un nuevo diálogo europeo que desafía la esterilidad del huma­nismo exclusivo, a la vez que atrae a creyentes y no creyentes por igual. Este diálogo surgió gracias al trabajo en equipo de Joseph Ratzinger, ahora papa Benedicto XVI, y Marcello Pera, un no creyente y filósofo de las ciencias, miembro del Senado italiano (y que hasta el reciente cambio de gobierno en Italia, fue pre­sidente de dicha institu­ción).

En un libro escrito conjuntamente, Sin raí­ces, propusieron un aná­lisis sorprendentemente similar de la crisis euro­pea en su moral civiliza­dora. Ambos localizaron las caudas en una pérdi­da de fe en la razón, in­cluida la razón moral. Además, estos dos distin­guidos intelectuales co­incidieron en que una "minoría creativa" de hombres y mujeres con­vencidos de que las verdades que Oc­cidente vive, políticamente hablando, son verdades expuestas a la defensa racional.

Estas verdades pueden con­vertirse en el agente del renacimiento de Europa como una civilización cul­turalmente segura de sí misma, capaz de dar cuenta de sus aspiraciones po­líticas. Si Europa empieza a recupe­rar su fe en la razón, alguien en Euro­pa podrá redescubrir lo razonable de a fe. En cualquier caso, una renova­ción de la fe en la razón proporcionará un antídoto contra el hastío metafísico y brindará, así, la posibilidad de un nuevo nacimiento de la libertad en Europa.

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"En conciencia. Una senadora se convierte al cristianismo paulatinamente y abandona su partido político

al estar contra la cultura de la vida"

Comentario en forum libertas, viernes 30 de diciembre de 2007

Divorciada, antigua militante comunista, cofundadora del PSC, 21 años de parlamentaria... la senadora Mercedes Aroz dice que "hay algo más que razón y ciencia". [...] Mercedes Aroz (1.602.225 votos en la última legislatura, el 53,67%), senadora socialista por Barcelona es la senadora más votada de la historia del Senado. La senadora Aroz es una veterana de primera línea: marxista ortodoxa durante décadas, se afilió al PSOE en 1976, proveniente de la Liga Comunista Revolucionaria. En el PSC formó parte de su dirección política durante 18 años, así como del Comité Federal del PSOE. En 1986 fue elegida diputada por Barcelona a las Cortes.

En una nota difundida por Europa Press señala que deja el escaño y que la razón es su conversión al cristianismo, un proceso que le ha llevado varios años. Aroz anuncia con alegría su "plena integración como miembro de la Iglesia Católica". Y no es un cristianismo del "todo vale, nada cambia".


Compromiso cristiano y coherencia

"Mi actual compromiso cristiano me ha llevado a discrepar con determinadas leyes del Gobierno que chocan frontalmente con la ética cristiana, como la regulación dada a la unión homosexual o la investigación con embriones, y que en conciencia no he podido apoyar. En consecuencia se imponía la decisión que he tomado", afirma en su comunicado.


Ya en junio de 2005 Mercedes Aroz anunció su oposición a la ley socialista del matrimonio homosexual y cuando se debatió en el Senado. Los senadores socialistas Mercedes Aroz y Francisco Vázquez (ex-alcalde de La Coruña, hoy embajador ante la Santa Sede) se ausentaron durante la votación en el Senado y ambos hablaron contra la ley. Mercedes Aroz insistió esos días en que ella se alineaba con las tesis del líder socialista francés Lionel Jospin -y de casi todo el socialismo europeo- de que reconocer derechos ligados a la convivencia no justificaba cambiar la definición y el sentido del matrimonio, que era un bien a proteger

La fe, para "comprender la propia identidad y el sentido de la vida"

"He querido hacer pública mi conversión para subrayar la convicción de la Iglesia Católica de que el cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia. A través de la fe cristiana se alcanza a comprender plenamente la propia identidad como ser humano y el sentido de la vida", recoge en declaraciones Europa Press.

Hace ya unos años que Mercedes Aroz se fue acercando a la fe, a través de testimonios muy cercanos en su misma familia. Con la llegada del nuevo gobierno a la Moncloa, la senadora hizo esfuerzos por tender puentes entre su partido y la Iglesia; escribía cartas al Presidente con sugerencias, propuestas de cooperación con la Iglesia.

En su día ya expusimos los argumentos de Mercedes Aroz a favor del matrimonio de hombre y mujer. La senadora exponía 6 razones: el bien común, su sintonía con la socialdemocracia europea, la heterosexualidad propia de la familia, la esencia de la institución matrimonial, la prioridad del derecho del niño a padre y madre y la falta de consenso.

Las 6 razones fueron desarrolladas por la propia parlamentaria en estos términos:


"1- Como legisladora, considero que las normas jurídicas deben garantizar el bien común, algo que esta ley no cumple a mi juicio, ya que no mantiene el equilibrio necesario entre la ampliación de los derechos civiles para la minoría homosexual y la salvaguarda de los intereses generales.


2.- Coincido, en mi oposición a esta Ley, con las posiciones sobre esta cuestión de buena parte de la socialdemocracia europea y las del socialismo francés que representa Lionel Jospin, así como con los argumentos jurídicos expresados por organismos representativos, como el Consejo de Estado y el Consejo General del Poder Judicial. Mi crítica es a la regulación jurídica concreta por la que se ha optado para el reconocimiento de derechos a la unión de personas homosexuales, que rompe la configuración objetiva del matrimonio y no da prioridad a los derechos de la infancia.


3.- La Ley confunde una institución de relevancia social, como es el matrimonio, con formas de convivencia basadas en la orientación sexual que, como reconoce la propia Ley, son algo de trascendencia personal, aunque puedan generar derechos. Por el contrario, la unión de un hombre y una mujer en la que se basa el matrimonio, de la que procedemos todos y que asegura el futuro de la humanidad, genera beneficios sociales y requiere, por ello, una regulación jurídica propia y una protección adecuada.


4.- La Ley va más allá de equiparar uniones homosexuales y matrimonio, ya que propone cambiar la esencia de la institución matrimonial basada en la ley natural y civil, y de la que procede también el matrimonio canónico. Esta alteración del matrimonio implica debilitar la institución más importante de la sociedad. Y no parece que convenga a la sociedad, en su conjunto, que se debiliten instituciones jurídicamente consolidadas que son su propio cimiento.


5.- Con respecto a la adopción, no hay estudios concluyentes sobre los efectos para el desarrollo armónico de los niños en parejas del mismo sexo. Hay opiniones contradictorias de los expertos. Por tanto, ante la duda, hay que inclinarse por anteponer los derechos de los menores que, según nuestro ordenamiento jurídico, han de tener prioridad absoluta para el legislador.


6.- Finalmente lamento que, en una Ley de esta trascendencia, no se haya propiciado un gran consenso parlamentario y que se haya creado una situación de fuerte división social, desoyendo la posición contraria de millones de ciudadanos españoles representados por otros partidos políticos democráticos y expresada también a través de asociaciones e instituciones importantes de nuestra sociedad, especialmente cuando hay otras alternativas. Valga el ejemplo de la reciente Ley aprobada en Suiza, que denomina a la unión homosexual Pacto Civil de Solidaridad (PCS), que no equivale al matrimonio ni permite adoptar, pero equipara los derechos en el ámbito fiscal, penal, de sucesiones, de Seguridad Social y de jubilación."

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" La brújula dorada. The golden Compass"

crítica cinematográfica de alberto fijo, en www.aceprensa.com,

viernes 30 de noviembre de 2007

Director: Chris Weitz Guión: Chris Weitz. Intérpretes: Dakota Blue Richards, Nicole Kidman, Daniel Craig, Eva Green, Sam Elliot. 100 min. Jóvenes. (V)

Adaptación al cine de Luces del norte, la primera de las tres novelas que componen la trilogía La materia oscura (His Dark Materials) escrita por el inglés Philip Pullman en los años noventa. La película, de cuidada estética retrofuturista y ambientada en la Inglaterra del siglo XIX, sigue las aventuras de Lyra Belacqua, una niña huérfana de 12 años que recibe como regalo una misteriosa brújula que le pondrá al tanto de secretos protegidos por una poderosa, temida y cruel organización, el Magisterium.

En la estela de El Señor de los Anillos y las Crónicas de Narnia, las novelas de Pullman son una especie de alternativa-antídoto de las aventuras de cosmovisión cristiana de Tolkien y Lewis. La película camufla la patente diatriba anticristiana de la obra literaria y concede el protagonismo a las secuencias de acción y aventura, aunque permanece el olor a libelo.

Pullman urde una relato de aventuras en cuyo trasfondo hay un confesado deseo de ridiculizar el cristianismo y hacerlo antipático, presentando a la Iglesia (el Magisterium) como una vetusta y siniestra institución que cercena la libertad de las personas, a las que trata de someter a sus dictados usando el miedo y las técnicas inquisitoriales. De manera especial, el Magisterium se ocupa de los niños que dan señales de heterodoxia, internándolos en un centro-fortaleza de reeducación.

La película del neoyorquino de 38 años Chris Weitz (guionista de Antz y Un niño grande) minimiza el tono anticlerical, de forma que es difícil que un niño lo perciba, aunque para un adulto o un adolescente espabilado resulta bastante evidente. Conviene señalar que, aun así, la película es ominosa y violenta para el público infantil.

La cinta arranca bien, pero una vez presentados los personajes, la historia se atasca y se torna rimbombante, artificial y repetitiva. Los personajes no caen bien, parecen todos artificialmente airados, una especie de librepensadores mesiánicos con dolor de estómago. El retrato de la familia tampoco es para tirar cohetes, quizás porque Pullman la ha metido en el paquete de la "execrable tradición judeo-cristiana".

Pullman es un hábil escritor y su imaginación es notable; ciertamente hay en la novela (y en la película) personajes y situaciones ingeniosos. Pero el conjunto se desluce por el énfasis adoctrinador con el que el vehemente Pullman pretende dar la vuelta a la enseñanza cristiana sobre la creación, el misterio del pecado y la redención. A la vista del contenido de la segunda y tercera novelas, parece difícil que Weitz o quien dirija las siguientes películas sean capaces de maquillar la agresividad de Pullman.

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"E l fracaso de la voluntad "

artículo de maria calvo charro, profesora de derecho administrativo de la universidad carlos ii, en la gaceta de los negocios,

martes 13 de noviembre de 2007

Todos nos hemos estremecido recientemente ante las imágenes de la agresión sufrida en el metro de Barcelona por una joven ecuatoriana. La actuación del agresor fue absolutamente impulsiva. Le apeteció pegarla y lo hizo. Pocas cosas causan tanto malestar e inquietud como aquellas crueldades cometidas de forma innecesaria e inexplicable. Una acción dañina producida sin motivo alguno debería ser, en principio, reflejo de algún tipo de patología. La capacidad de autocontrol tiene su origen en una parte del cerebro que desempeña un papel central en la autodisciplina, en el control ejecutivo, en el aplazamiento de la recompensa, en la capacidad de planear a largo plazo y en poner freno a los impulsos repentinos: la corteza frontal. Lo hace enviando proyecciones inhibitorias a los estimulantes inputs del sistema límbico, un sistema cerebral más profundo y antiguo que tiene que ver con la emoción y la impulsividad. El neurólogo Sapolsky nos muestra cómo una persona con la corteza frontal destruida (por ejemplo, por un accidente) se transforma en un ser sexualmente desinhibido, hiperagresivo y socialmente inoportuno.

Pero, por desgracia, la realidad nos muestra cómo cada vez son más los jóvenes que, aun estando perfectamente sanos, tienen esta forma de actuar. No hay mediación entre el deseo y la acción. Su actuación es compulsiva. Si me apetece romper algo, lo rompo; si me apetece pegar a alguien, lo hago; si quiero insultar a mis padres, les insulto... Jóvenes incapaces de controlar su conducta impulsiva, lo que les trae constantes problemas en su casa, en la escuela y en la sociedad en general. Este asunto tiene una enorme relevancia social y personal, ya que muchos expertos coinciden en que la impulsividad es un factor que aumenta la probabilidad de comportamientos delictivos, antisociales o criminales.

Nos encontramos sencillamente ante lo que José Antonio Marina identifica como un «fracaso de la voluntad». La educación de la voluntad debería empezar desde el momento en que nuestros hijos llegan al mundo, frustrando muchas de sus apetencias y deseos. Sin embargo, como afirma Levi-Strauss, «nuestros hijos nacen y crecen en un mundo hecho por nosotros, que se adelanta a sus necesidades, que previene sus preguntas y les anega en soluciones». Tienen de todo sin necesidad de esfuerzo y cambian sus cosas a la misma vertiginosa velocidad que sus gustos o aficiones. Los malcriamos en la cultura del zapping; acostumbrados a picotear aquí y allá un poco de todo sin que nada les satisfaga, sin ser capaces de acabar lo que comienzan, de leer un libro por completo, escuchar una canción o ver una película de principio a fin. Actúan impulsivamente en busca de satisfacciones que nunca llegan.

Varias experiencias científicas demuestran que los niños con temprano dominio de sí mismos más adelante son jóvenes de mayor éxito académico y personal. Es conocido el estudio realizado por el doctor Mischel en la Universidad de Columbia con niños de cuatro años a los que se les dio un bombón que no debían tocar mientras el profesor se ausentaba unos minutos. Los niños que resistieron tan apetecible tentación luego se convirtieron en adolescentes felices y brillantes en sus estudios. Es preciso aprovechar al máximo los años de la infancia y adolescencia, ya que, como muestran recientes investigaciones, en esta etapa, el cerebro todavía se está desarrollando, es adaptable y necesita ser modelado, resultando un momento óptimo para el fortalecimiento del control interno. Los niños necesitan aprender a controlar conductas impulsivas y a inhibir reacciones emocionales ante determinados sucesos. Pero, para ello, de nada sirven las terapias, medicamentos o mágicas asignaturas teóricas de educación cívica. La única vía realista para tener éxito es, como enseñó Aristóteles a Nicómaco, la adquisición de virtudes hoy en desuso y desprestigiadas, como: la fortaleza y la templanza, una palabra que en griego significa literalmente «protección de la inteligencia». Éstas implican, entre otras cosas, la capacidad de restringir las propias apetencias en aras de las de los demás y aplazar o templar la satisfacción de algunos placeres inmediatos en vistas al cumplimiento de objetivos recomendables a largo plazo. Y todas ellas requieren para su adquisición ser ejercitadas habitualmente, es decir, mediante la repetición de las mismas.

Los hábitos son la única forma razonable de convertir a un niño en un hombre virtuoso y con dominio de sí mismo. Las habilidades adquiridas con el esfuerzo reiterado día tras día, acaban por quedar integradas en su conducta y son realizadas ya de forma espontánea, sin apenas sufrimiento o esfuerzo. Para ello, el niño, desde la cuna, necesitará que los adultos le impongan normas de conducta, obligaciones y prohibiciones claras que le indiquen por dónde ir. Como afirma el pediatra Aldo Naouri: «Los bebés llorarán si no se quedan saciados. Es cierto. Pero seguro que no por mucho tiempo. Esta frustración formará para ellos la base de su educación futura. La ecuación (educar=frustrar) se verifica siempre y desde la más tierna infancia».

El pequeño disgusto que representan las frustraciones diarias merece la pena a largo plazo al instaurar, mediante capas sucesivas que se añaden unas a otras, una percepción mucho más segura del mundo y en absoluto traumatizará a los muchachos, antes al contrario, ayudará a la correcta configuración de su carácter como personas maduras, responsables y, en consecuencia, libres, pues, como nos recuerda Baltasar Gracián,«no hay mayor señorío que el de sí mismo».

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