Asociación Ronda80. Voluntariado

Blog para los voluntarios de la Asociación Ronda80 y público en general.
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viernes, 23 de mayo de 2008

Jueces y objeción de conciencia ante la Educación para la ciudadanía

articulo de josé antonio diez, coordinador de andoc (asociación nacional para la defensa de la objeción de conciencia) en ideal jaén, miércoles 16 de abril de 2008

No hace mucho, un conocido profesor universitario vaticinaba que en los próximos años habría un auténtico 'big bang' de objeciones de conciencia. En España los hechos parecen darle la razón, y ¿de qué modo!

En los últimos meses, tres Tribunales Superiores (los de Asturias, Cataluña y Andalucía), han dictado sentencias contradictorias sobre recursos presentados por objetores a la polémica asignatura. Empleando un símil deportivo, se podría decir que el resultado provisional es de 2 a 1, a favor de quienes sostienen que la obligación de cursar Ciudadanía no excluye a ningún alumno.

El hecho en sí, no debería, sin embargo, resultar demasiado extraño, pues responde a la lógica judicial de asimilación gradual del reconocimiento o la extensión de derechos que presentan aspectos novedosos en algunas de sus facetas. No se trata de un fenómeno nuevo en la historia de la jurisprudencia: las leyes contra la esclavitud, las leyes antirraciales, el reconocimiento de los derechos de la mujer, las que protegen la intimidad de los ciudadanos, etc., se han abierto paso poco a poco y, tantas veces, en medio de dificultades y luchas.

En general, el Derecho se suele mover más lento que las transformaciones sociales, y no siempre por un prurito de conservadurismo, sino por prudencia jurídica: la aceptación o la extensión de los derechos individuales, requiere un periodo de decantación hasta garantizar que su reconocimiento general no perjudique a valores como la igualdad ante la ley y la seguridad jurídica.

Volviendo al tema de la objeción de conciencia, nadie niega que el único supuesto regulado en la ley española es el de la objeción al servicio militar. Pero la ley, como cualquier jurista sabe, no es la única fuente del Derecho: también lo son -y de modo singular, en el terreno de los derechos humanos- las decisiones judiciales, los Convenios internacionales, etc. Precisamente, el reconocimiento de la objeción de conciencia en nuestro ordenamiento jurídico ha venido de la mano de los Tribunales: sucedió primero con los médicos y enfermeras, después con algunos funcionarios públicos y, en fecha reciente, con los farmacéuticos.

Cierto es que, hasta ahora, no existían pronunciamientos judiciales sobre un hipotético derecho a la objeción de conciencia en materia educativa; y la razón es bien sencilla: hasta la implantación de Educación para la Ciudadanía, nadie se había inquietado por la impartición obligatoria de una asignatura que -al menos para muchos- autoriza al Estado a interferir en el derecho constitucional de los padres de elegir para sus la educación ética y religiosa más acorde a sus convicciones, desde una postura ideológica determinada y dudosamente compartida por importantes sectores de la sociedad.

Los Tribunales Superiores de Cataluña y Asturias coinciden en dos puntos: el rechazo a ampararse en la objeción de conciencia para no cursar la asignatura, y la falta de pruebas para impugnarla, por no considerarla contraria al derecho a la libertad ideológica y de conciencia.

No entran a analizar los contenidos y, en el caso, asturiano se da la paradoja de que, después de reconocer la posibilidad de la objeción de conciencia, y hablar de las posibles reticencias de los padres, se limita a reproducir los principios inspiradores de los Decretos que regulan EpC y, concluir que, de reconocerse un derecho genérico a la objeción de conciencia, sólo podría invocarse en la enseñanza práctica de la asignatura, en las clases. Hasta ahí las coincidencias.

El Tribunal catalán va más lejos: no se para en distinciones y concluye que la Constitución no reconoce (a los padres) «el derecho a imponer a la Administración educativa la exención de asignaturas obligatorias para sus hijos».

De modo bien distinto juzga el problema el TSJ de Andalucía, cuando indica que la falta «de reconocimiento legislativo de la objeción, no puede impedir su objetivo cuando están en juego derechos fundamentales», y precisamente «en los Reales decretos ( ) que establecen las enseñanzas mínimas, se emplean conceptos de indudable trascendencia ideológica y religiosa, como son ética, conciencia moral y cívica, valoración ética, valores o conflictos sociales y morales. Ante esta situación, es razonable que los demandantes, por razones filosóficas o religiosas que no tienen por qué exponer detalladamente [...] pueden estar en desacuerdo con parte de la asignatura, y lógico que soliciten que se excluya de ella a su hijo».

Para el TSJC el único ámbito en que reconoce la ley la o. de c. es del servicio militar (art. 30 CE): «Fuera de dicha previsión no puede eficazmente alegarse las propias creencias o convicciones para imponer la exención al cumplimiento de las obligaciones, deberes, funciones o cargas impuestas por la Constitución o por la Ley. Por lo demás, no observan ni en las leyes nacionales ni en los convenios internacionales ni, por supuesto, en los argumentos de los recurrentes la existencia de un derecho a la exención de deberes generales motivada por la propia conciencia o a su prestación con el contenido o en la forma estimada conforme a las creencias personales».

Sin entrar en algunas incongruencias importantes de las que hace gala la sentencia del TSJC, lo más sintomático, a mi juicio, son los dos modos bien distintos de entender el papel del Estado y el de los ciudadanos en la consecución del interés público, una de las claves de la 'democracia participativa' moderna. La cuestión que se ventila aquí tiene consecuencias nada desdeñables: ¿es el 'interés público' patrimonio exclusivo del Estado, o bien puede y debe ser compartido con la acción de los ciudadanos?; dicho de otro modo, ¿hay o no unos derechos previos a la existencia del Estado cuya misión será protegerlos y extenderlos a todos los ciudadanos?

Entiendo que este es un contexto muy adecuado para enfocar el debate sobre la deseable aspiración de un Estado que quiera implicar en su desarrollo a los simples ciudadanos. La sentencia del TSJA realiza, en este sentido, un análisis, a mi entender especialmente lúcido: «El interés público está en la garantía de los derechos, que al final es lo que justifica la existencia del Estado y sus potestades. Entre estos derechos están la libertad ideológica y religiosa (...) y el derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (...). La salvaguarda de estos derechos mediante la objeción de conciencia no pone en peligro el ordenamiento jurídico democrático, simplemente refleja su funcionamiento. En último caso, corresponde al legislador crear instrumentos para hacer compatibles esos derechos con que la enseñanza básica sea obligatoria y gratuita».

Al margen de consideraciones legales y sin la pretensión de sugerir que la razón jurídica tenga que decantarse a favor de una parte, por serias que sean sus motivaciones y vitales los intereses en juego (nada menos que el futuro de sus hijos), sería una grave irresponsabilidad despreciar a esos miles de padres de familia -que rompiendo una larga tradición de pasividad de la gente corriente de este país- se han implicado en una batalla en la que están arriesgando algo tan delicado como el futuro educativo de sus hijos.

Conozco desde el inicio el movimiento de objeción de conciencia a EpC y puedo afirmar con rotundidad que no es un movimiento político, sino social, ciudadano, que no encaja en las limitadas categorías políticas al uso (sólo en fechas recientes, con cientos de recursos presentados, algunos representantes del PP han asumido políticamente las reivindicaciones de los objetores).

Con una carencia absoluta de medios materiales y económicos han emprendido una lucha de 'David contra Goliat', y en menos de un año han alcanzado las 27.000 objeciones, siendo el fenómeno de objeción de conciencia más importante en toda la historia reciente de España, después de la del servicio militar.

Este rasgo se está dando con particular agudeza en Andalucía, la Comunidad que más objeciones ha recibido, no sólo porque el currículo de la asignatura en esta Comunidad autónoma tenga más carga ideológica que el de otras, sino porque desde que surgieron las primeras objeciones, la Administración andaluza no ha hecho sino poner dificultades, ocultar datos sobre el número real de objeciones, negarse con razones peregrinas a tramitar la objeciones, inventar trámites legales inexistentes para poner piedras en el camino de los padres objetores, incluso amenazar abiertamente con el suspenso y la imposibilidad de promoción por no cursar ¿una! asignatura, y finalmente, revolverse con extraña virulencia contra la sentencia del TSJA.

Qué pueda decir el Supremo si, ante sentencias contradictorias, se viera precisado a unificar doctrina, es algo difícil de saber, por más que las profecías de algún brillante catedrático de Filosofía del Derecho auguren un negro futuro a los objetores. El problema no es tanto de convicciones éticas o religiosas, aunque sin duda motivan; sino el respeto a un derecho constitucional que es de los padres, no de la escuela, ni del Estado.

En cualquier caso, y tratándose de una cuestión que toca directamente a derechos humanos, lo más razonable es que los Tribunales, amparándose en el principio constitucional no interpretar con criterio restrictivo los derechos humanos, se inclinen por la libertad: 'in dubio, libertas': en la duda, por la libertad.

Los españoles, los que menos leen la Biblia entre nueve países occidentales

noticia en abc, martes 29 de abril de 2008

Los españoles, los que menos leen la Biblia entre nueve países occidentales

El primer gran informe sobre lectura y conocimiento de la Biblia en nueve grandes países occidentales revela la tremenda ignorancia de España, que termina en último lugar, por detrás incluso de Francia. Estados Unidos se sitúa a la cabeza tanto en lectura de la Biblia, pues lo hace el 75 por ciento de los adultos, como en el uso de los textos sagrados en la oración personal. En España, sólo leen la Biblia el 20 por ciento de los adultos, justo por debajo de Francia que llega al 21 y de Italia que se queda en un modesto 27 por ciento y termina de antepenúltimo.

La sorpresa de España en cuanto a lectura de los textos originales de la religión es similar a la que experimentó Italia hace dos meses, cuando un sondeo reveló que el 80 por ciento de los católicos nunca habían leído enteros los cuatro Evangelios, lo cual trasluce una religiosidad basada sobre todo en devociones populares, como refleja otra encuesta sobre el modo de rezar.

Según ese estudio, el 31 por ciento de los italianos pide ayuda a San Padre Pío de Pietrelcina, el 25 por ciento a San Antonio de Papua, el 9 por ciento a la Virgen, el 7 por ciento a San Francisco, el 4 por ciento a Santa Rita y el 4 por ciento a San José. Tan sólo un minúsculo 2 por ciento de los fieles piden ayuda directamente a Jesucristo.

Incultura religiosa

Cuando Benedicto XVI decidió dedicar buena parte de su tiempo a escribir su libro «Jesús de Nazaret» lo hizo a sabiendas de que había un gran déficit de conocimiento de Jesucristo entre los católicos. Por ese motivo, ha escogido la Sagrada Escritura como tema para el primer Sínodo mundial de obispos que ha convocado como Pontífice y que se celebrará el próximo mes de octubre.

La encuesta realizada por una empresa de sondeos y presentada ayer en el Vaticano por el presidente del Consejo Pontificio de Cultura, Gianfranco Ravasi, forma parte de la preparación científica de la asamblea mundial de obispos sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia».

A la vista de los datos, ahora ha tocado a España el turno de descubrir la propia incultura religiosa respecto a los otros grandes países occidentales, tanto católicos como protestantes. El sondeo llevado a cabo entre 13.000 adultos revela que nuestro país es el último en cuanto a conocimiento de la Biblia, a niveles de lectura que no llegan ni a un tercio de los de Estados Unidos, un país de mayoría protestante donde el Papa Benedicto XVI ha sido recibido con un entusiasmo similar al que Polonia dedicaba a Juan Pablo II.

El estudio estadístico llevado a cabo por la empresa de sondeos GfK Eurisko, y presentado ayer en el Vaticano, señala que a lo largo de los últimos doce meses, un 75 por ciento de los norteamericanos han leído la Biblia, mientras que sólo lo han hecho un 20 por ciento de los españoles. El resultado es curioso, pues el 73 por ciento de los españoles declaran rezar, y sería lógico que tuviesen más interés en conocer directamente a Jesucristo o a Dios Padre a través de los Evangelios y del Antiguo Testamento.

Después de Estados Unidos, el segundo país en el que más se lee la Biblia es Polonia, donde lo hacen el 38 por ciento de los adultos, seguida de Gran Bretaña con el 36, la parte europea de Rusia con el 35, Holanda con el 31, Alemania con el 28, Italia con el 27, Francia con el 21 y España con el 20 por ciento.

Nuestro país queda también el último en cuanto a la lectura de algún libro religioso en el último año, pues lo han hecho el 58 por ciento de los norteamericanos, encabezando de nuevo la lista, mientras que sólo han leído algún libro religioso el 22 por ciento de los españoles. En este caso, ni siquiera se da el consuelo de quedar cerca de Francia, pues en el país vecino han leído libros religiosos el 28 por ciento de los adultos.

Los ciudadanos españoles son también los que menos utilizan la Biblia en su oración personal, pues lo hacen tan solo el 6 por ciento de los adultos. En cambio, la cifra sube al 32 por ciento en Polonia y al 37 por ciento en Estados Unidos.

En cuanto a conocimiento del contenido de la Biblia, España tiene el «consuelo» de que hay mayor ignorancia en Rusia, lo cual deja a nuestro país en penúltimo lugar. El análisis de conocimiento fue realizado mediante preguntas simples como, por ejemplo, si Jesús escribió alguno de los libros de la Biblia, o si el apóstol Pedro o el apóstol Pablo escribieron alguno de los cuatro Evangelios. La respuesta es «no» en los tres casos, pero muchos no llegaron a dar la correcta.

Al menos nuestro país participa de la buena intención general de que la Biblia se enseñe en las escuelas. Están «totalmente de acuerdo» con ese objetivo el 22 por ciento de los adultos y «bastante de acuerdo» el 27 por ciento, mientras que les da igual al 12 por ciento de los adultos, y se opone tan sólo un 37 por ciento.

Además, el estudio revela que el 73 por ciento de los españoles se reconoce como católico, frente a un 10 por ciento de ateos, un 6 por ciento de indiferentes y un 3 por ciento de otras religiones. De los católicos, el 74% dice asistir alguna vez a algún rito religioso, aunque sólo el 20% dice hacerlo al menos una vez a la semana.

El derecho a la fe ante los nuevos mandamientos del laicismo

noticia en www.lagaceta.es, viernes 29 de mayo de 2008

El Arzobispo Emérito de Pamplona y Tudela, ante la publicación de los llamados "diez mandamientos" del laicismo en un diario cercano al PSOE (El periódico Público), afirma que según ellos "la Iglesia, los católicos y la religión cristiana no merecen la consideración ni la ayuda que merecen el deporte, o el cine, o los concursos de belleza".

El Arzobispo Emérito de Pamplona y Tudela, Mons. Fernando Sebastián, defendió el derecho de los católicos a vivir su fe sin restricciones en España ante la publicación de los llamados "diez mandamientos" del laicismo en un diario cercano al PSOE.

Es una reacción más a las polémicas declaraciones de la vicepresidenta De la Vega, donde insistía en la voluntad del Gobierno de "avanzar en la laicidad del Estado" y de "proteger las creencias de quienes no creen".

El Arzobispo resumió así los "mandamientos" confeccionados por el periódico Público, considerándolos "una barrera para excluir al cristianismo de todo lo que sea vida social":

"1. Educarás en igualdad.

Se entiende, en la igualdad impuesta del laicismo, sin ninguna referencia a Dios ni a religión alguna, ni siquiera a la trascendencia del ser humano.

2. No sermonearás fuera del púlpito.

Que quiere decir, las manifestaciones religiosas sólo se pueden tolerar dentro de las Iglesias. Hay que eliminar la enseñanza de la religión en las escuelas.

3. No impondrás tus símbolos al Estado.

Los actos oficiales tienen que ser estrictamente laicos. Excluyen los funerales de Estado y hasta las bodas católicas de la familia real.

4. No mezclar lo terreno con lo celestial. Ni himnos ni banderas ni autoridades en las ceremonias religiosas, ni signos religiosos en nada oficial.

5. No acaparar las fiestas del calendario.

Pretenden quitar fiestas religiosas y hacer festivas las conmemoraciones civiles.

6. No invadir las instituciones públicas.

Fuera los capellanes de hospitales, los castrenses, la existencia del Arzobispado Castrense.

7. Apropiarse del patrimonio.

Que la Iglesia reconozca la propiedad pública de Catedrales, Museos, Monasterios.

8. Facilitar la apostasía.

No necesita explicación.

9. No aparecer en los medios públicos.

Hay que eliminar los programas religiosos en los medios de comunicación estatales.

10. Ni un duro para la Iglesia.

Ni siquiera es aceptable el sistema de poner la cruz en la declaración de la renta".

Según Mons. Sebastián a partir de estos postulados "la Iglesia, los católicos, la religión cristiana no merece la consideración ni la ayuda que merecen el deporte, o el cine, o los concursos de belleza. Solo les falta pedir que nos pongan una multa por ser católicos".

Ante estas agresiones, el Obispo recordó que "los ciudadanos tenemos perfecto derecho a vivir y actuar religiosamente en todos los ámbitos de nuestra vida, personal, familiar y social, según nuestra conciencia y a medida de nuestros deseos. Ninguna autoridad humana nos lo puede prohibir justamente".

"La autoridad civil, cuya razón de ser es el servicio de la sociedad, está obligada a proteger y favorecer la libertad de los ciudadanos, también en el ejercicio de su vida religiosa y moral tal como de acuerdo con su conciencia decidan hacerlo", agregó.

Además, precisó que "los ciudadanos católicos, como los demás, tenemos pleno derecho a intervenir en la vida pública en cuanto tales y tenemos el deber y el derecho de aportar al patrimonio común los bienes culturales y sociales que provienen de nuestra experiencia religiosa".

Una concepción totalitaria del Estado

Mons. Sebastián advirtió que "detrás de las pretensiones laicistas hay una concepción totalitaria del Estado".

"Según esta mentalidad, el Estado es una especie de Ser Supremo que viene sobre nosotros y nos dicta cómo tenemos que vivir. Pero la realidad no es así".

Explicó que "es el Estado el que tiene que ajustarse al ser de la sociedad a la que tiene que servir, y no al revés. Esto es la esencia de la democracia. Y lo contrario es dictadura y totalitarismo".

"En el caso de la religión, el Estado lo único que tiene que hacer, que no es poco, es proteger la libertad de los ciudadanos para que cada uno pueda ejercitar y manifestar libremente su propia religión, según su propia conciencia, sin molestar ni atentar contra la libertad ni los legítimos derechos de nadie".

La libertad de los ciudadanos españoles

"De manera que la recta laicidad, lo mismo que la no confesionalidad, consiste en que el Estado proteja la libertad religiosa de la sociedad y de los ciudadanos para practicar la religión que quieran, sin beligerar en cuestiones religiosas que quedan fuera de su competencia", agregó.

El Arzobispo consideró que "si los católicos españoles queremos seguir siendo libres y responsables, tendremos que comenzar a tomar en serio estas cuestiones".

No es un asunto de los Obispos, sino que es algo que concierne directamente a toda la sociedad y a todos los ciudadanos. Lo que está en juego no son los privilegios de los curas, sino la libertad de los ciudadanos españoles para vivir libremente según su conciencia".

También precisó que "el Estado es laico no para suprimir la religión, sino para facilitar el que los ciudadanos puedan ser religiosos o no según su conciencia y puedan profesar tranquilamente la religión que mejor les parezca, con todas las consecuencias, privadas y públicas".

"Llega la hora de que los españoles seamos de verdad ciudadanos y tomemos la determinación de ser los protagonistas de nuestra vida, exigiendo a los políticos y a la política que actúen realmente al servicio de la sociedad, sin dirigirnos y sin excederse en sus competencias ni en sus atribuciones".

"¿Queremos vivir en una sociedad de hombres libres que orientan su vida según su conciencia, o queremos vivir en una sociedad dominada y dirigida dedicándonos simplemente a vivir como nos digan? Esta es la cuestión", concluyó. (Agencia/Aci)

¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios?

reportaje de monica salomone en el país, martes 20 de mayo de 2008

Si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente místico, sepa que la inmensa mayoría de la humanidad está en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente, es usted, en términos estadísticos, un raro. Si la demostración de la existencia de Dios se basara en el número de fieles, la cosa estaría clara.

Si usted cree en Dios o, en general, en alguna forma de ente místico, sepa que la inmensa mayoría de la humanidad está en su mismo bando. Si por el contrario no es creyente, es usted, en términos estadísticos, un raro. Si la demostración de la existencia de Dios se basara en el número de fieles, la cosa estaría clara. No es así, aunque en lo que respecta a este artículo eso es, en realidad, lo de menos. Creyentes y no creyentes están divididos por la misma pregunta: ¿Cómo pueden ellos no creer/creer (táchese lo que no corresponda)? Este texto pretende resumir las respuestas que la ciencia da a ambas preguntas.

Los físicos están pletóricos este año porque gracias al acelerador de partículas LHC, que pronto empezará a funcionar cerca de Ginebra, podrán por fin buscar una partícula fundamental que explica el origen de la masa, y a la que llaman la partícula de Dios. Los matemáticos, por su parte, tienen desde hace más de dos siglos una fórmula que relaciona cinco números esenciales en las matemáticas -entre ellos el famoso pi-, y a la que algunos, no todos, se refieren como la fórmula de Dios. Pero, apodos aparte, lo cierto es que la ciencia no se ocupa de Dios. O no de demostrar su existencia o inexistencia. Las opiniones de Einstein -expresadas en una carta recientemente subastada- valen en este terreno tanto como las de cualquiera. Sí que se pregunta la ciencia, en cambio, por qué existe la religión.

No es ni mucho menos un tema de investigación nuevo, pero ahora hay más herramientas y datos para abordarlo, y desde perspectivas más variadas. A sociólogos, antropólogos o filósofos, que tradicionalmente han estudiado el fenómeno de la religión o la religiosidad, se unen ahora biólogos, paleoantropólogos, psicólogos y neurocientíficos. Incluso hay quienes usan un nuevo término: neuroteología, o neurociencia de la espiritualidad. Prueba del auge del área es que un grupo de la Universidad de Oxford acaba de recibir 2,5 millones de euros de una fundación privada para investigar durante tres años "cómo las estructuras de la mente humana determinan la expresión religiosa", explica uno de los directores del proyecto, el psicólogo evolucionista Justin Barrett, del Centro para la Antropología y la Mente de la Universidad de Oxford.

Meter mano científicamente a la pregunta 'por qué somos religiosos los humanos' no es fácil. Una muestra: experimentos recientes identifican estructuras cerebrales relacionadas con la experiencia religiosa. ¿Significa eso que la evolución ha favorecido un cerebro pro-religión porque es un valor positivo? ¿O es más bien el subproducto de un cerebro inteligente? Sacar conclusiones es difícil, e imposible en lo que se refiere a si Dios es o no 'real'. Que la religión tenga sus circuitos neurales significa que Dios es un mero producto del cerebro, dicen unos. No: es que Dios ha preparado mi cerebro para poder comunicarse conmigo, responden otros. Por tanto, "no vamos a buscar pruebas de la existencia o inexistencia de Dios", dice Barrett.

¿Desde cuándo es el hombre religioso? Eudald Carbonell, de la Universidad Rovira i Virgili y co-director de la excavación de Atapuerca, recuerda que "las creencias no fosilizan", pero sí pueden hacerlo los ritos de los enterramientos, por ejemplo. Así, se cree que hace unos 200.000 años Homo heidelbergensis, antepasado de los neandertales y que ya mostraba "atisbos de un cierto concepto tribal", ya habría tratado a sus muertos de forma distinta. De lo que no hay duda es de que desde la aparición de Homo sapiens el fenómeno religioso es un continuo. "La religión forma parte de la cultura de los seres humanos. Es un universal, está en todas las culturas conocidas", afirma Eloy Gómez Pellón, antropólogo de la Universidad de Cantabria y profesor del Instituto de Ciencia de las Religiones de la Universidad Complutense de Madrid.

¿Por qué esto es así? Para Carbonell hay un hecho claro: "La religión, lo mismo que la cultura y la biología, es producto de la selección natural". Lo que significa que la religión -o la capacidad para desarrollarla-, lo mismo que el habla, por ejemplo, sería un carácter que da una ventaja a la especie humana, y por eso ha sido favorecido por la evolución. ¿Qué ventaja? "Eso ya es filosofía pura", responde Carbonell. Está dicho, las creencias no fosilizan.

Así que hagamos filosofía. O expongamos hipótesis: "Un aspecto importante aquí es la sociabilidad", dice Carbonell. "Cuando un homínido aumenta su sociabilidad interacciona de forma distinta con el medio, y empieza a preguntarse por qué es diferente de otros animales, qué pasa después de la muerte... Y no tiene respuestas empíricas. La religión vendría a tapar ese hueco".

Esa visión cuadra con la antropológica. La religión, según Gómez Pellón, da los valores que contribuyen a estructurar una comunidad en torno a principios comunes. Por cierto, ¿y si fueran esos valores, y no la religión en sí, lo que ha sido seleccionado? Curiosamente, señala Gómez Pellón, "los valores básicos coinciden en todas las religiones: solidaridad, templanza, humildad...". Tal vez no sea mensurable el valor biológico de la humildad, pero sí hay muchos modelos que estudian el altruismo y sus posibles ventajas evolutivas en diversas especies, incluida la humana.

También coinciden Carbonell y Gómez Pellón al señalar el papel "calmante" de la religión. "La religión ayuda a controlar la ansiedad de no saber", dice el antropólogo. "Cuanto más se sabe, más se sabe que no se sabe. Y eso genera ansiedad. Además, el ser humano vive poco. ¿Qué pasa después? Esa pregunta está en todas las culturas, y la religión ayuda a convivir con ella, nos da seguridad". Lo constatan quienes tratan a diario con personas próximas a situaciones extremas. "Es verdad que en la aceptación del proceso de morir las creencias pueden ayudar", señala Xavier Gómez-Batiste, cirujano oncólogo y Jefe del Servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Universitario de Bellvitge.

Por si fueran pocas ventajas, otros estudios sugieren que las personas religiosas se deprimen menos, tienen más autoestima e incluso "viven más", dice Barrett. "El compromiso religioso favorece el bienestar psicológico, emocional y físico. Hay evidencias de que la religión ayuda a confiar en los demás y a mantener comunidades más duraderas". La religión parece útil. Eso explica que el ser humano "sea naturalmente receptivo ante las creencias y actividades religiosas", prosigue.

Naturalmente receptivos. ¿Significa eso que estamos orgánicamente predispuestos a ser religiosos? ¿Lo está nuestro cerebro? En los últimos años varios grupos han recurrido a técnicas de imagen para estudiar el cerebro en vivo en "actitud religiosa", por así decir. "Son experimentos difíciles de diseñar porque la experiencia religiosa es muy variada", advierte Javier Cudeiro, jefe del grupo de Neurociencia y Control Motor de la Universidad de Coruña. Los resultados no suelen considerarse concluyentes. Pero sí se acepta que hay áreas implicadas en la experiencia religiosa.

En uno de los trabajos se pedía a voluntarios -un grupo de creyentes y otro de no creyentes- que recitaran textos mientras se les sometía a un escáner cerebral. Al recitar un determinado salmo, en los cerebros de creyentes y no creyentes se activaban estructuras distintas. No es sorprendente. "Se da por hecho", explica Cudeiro; lo mismo que hay áreas implicadas en el cálculo o en el habla.

La pregunta es si esas estructuras fueron seleccionadas a lo largo de la evolución expresamente para la religión. Cudeiro no lo cree. "La experiencia religiosa se relaciona con cambios en la estructura del cerebro, y neuroquímicos, que llevan a la aparición de la autoconciencia, el lenguaje... cambios que permiten procesos cognitivos complejos; no son para una función específica". O sea que la religión bien podría ser, como dice Carbonell, un efecto secundario de la inteligencia.

Otros estudios de neuroteología han estudiado el cerebro de monjas mientras evocaban la sensación de unión con Dios, y de monjes meditando. Uno de los autores de estos trabajos, Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, aspira incluso a poder generar en no creyentes la misma sensación mística de los creyentes, a la que se atribuyen tantos efectos beneficiosos: "Si supiéramos cómo alterar [con fármacos o estimulación eléctrica] estas funciones del cerebro, podríamos ayudar a la gente a alcanzar los estados espirituales usando un dispositivo que estimule el cerebro ", ha declarado Beauregard a la revista Scientific American.

Lo expuesto en este texto sugiere que la cuestión no es tanto por qué existe la religión, sino por qué existe el ateísmo. Con todas las ventajas de la religión, ¿por qué hay gente atea? "El ateísmo actual es un fenómeno nuevo y queremos investigarlo, sí", dice Barrett por teléfono. ¿Tiene que ver con el avance de la ciencia, capaz de dar al menos algunas de esas tan buscadas respuestas? Varios estudios indican que, en efecto, los científicos son menos religiosos que la media. Pero hay excepciones; los matemáticos y los físicos, en especial los que se dedican al estudio del origen del universo -¡precisamente!-, tienden a ser más religiosos. No hay consenso sobre si un mayor grado de educación, o de cociente intelectual, hace ser menos religioso. "El ser religioso o no seguramente depende de muchos factores que aún no conocemos", dice Barrett.

El Gobierno italiano no patrocinará el Orgullo Gay

noticia en www.aceprensa.com, martes 20 de mayo de 2008

El nuevo gobierno de Silvio Berlusconi también tiene su ministerio de igualdad (pari opportunità en italiano, igualdad de oportunidades). Y también lo encabeza una mujer: se llama Mara Carfagna, y es uno de los personajes que más espacio público está teniendo en este inicio de legislatura. En estas sus primeras semanas en el ministerio, la ex modelo italiana de 32 años se ha prodigado en declaraciones desinhibidas acerca del aborto y de la homosexualidad.

A los pocos días de estrenar cartera, Carfagna anunció políticas dirigidas a incentivar la cultura de la vida en el seno de la familia. Una semana después, vuelve a las portadas de los periódicos por su negativa a la financiación gubernamental de la fiesta del orgullo gay, prevista para el 28 de junio en Bolonia. "Tienen objetivos que no comparto –anunció la ministra en rueda de prensa–. Estoy dispuesta a enfrentarme a la discriminación y a la violencia, a patrocinar seminarios y convenios que se ocupen de este problema". Para ella el único objetivo del Gay Pride es "llegar al reconocimiento oficial de las parejas homosexuales, e incluso equipararlas al matrimonio. Y sobre este punto no puedo estar de acuerdo".

Para la ministra, los homosexuales no son un grupo discriminado. Ella se manifiesta dispuesta a actuar en casos concretos y reales de injusticia: "Cualquiera que venga a decirme que un homosexual ha sido marginado por su tendencia, o que por este motivo se le haya negado un techo o cualquier otro derecho... Entonces sí que intervengo". De hecho, la ministra anunció que "solicitará al embajador italiano ante las Naciones Unidas que sea portavoz de la petición del gobierno italiano para una despenalización universal de la homosexualidad".

Apunta la ministra que "en una sociedad evolucionada no hay espacio para discriminación alguna" y, de haberla, debe ser "contrarrestada con la fuerza de la educación cívica y el respeto". Para ello, según la ministra, los homosexuales "deben corresponder con la sobriedad de sus manifestaciones, que no deberían nunca descender al exhibicionismo y el folclore".

Mara Carfagna afirma que no está entre sus proyectos el ocuparse de la creación de una comisión para los derechos de gays, lesbianas y transexuales. Dice que se dedicará antes a cuestiones que considera más urgentes: "Existen otros problemas de igualdad de oportunidades. ¿Un ejemplo? En el mercado de trabajo todavía hoy las mujeres ganan el 30% menos que sus colegas en iguales circunstancias. ¿Es o no es esto un problema serio?".