Asociación Ronda80. Voluntariado

Blog para los voluntarios de la Asociación Ronda80 y público en general.
Contiene la agenda de actividades para voluntariado organizadas por esta asociación y una recopilación semanal de cinco noticias de interés que se envía por e-mail.

Calendario

domingo, 27 de enero de 2008

Chesterton Una nota sobre el nudismo

"Una nota sobre el nudismo "

artículo de g.k chesterton en "el hombre común y otros ensayos

sobre la modernidad", extraido de www.conoze.com

"Algunos de los escritores modernos más inteligentes tienen una estrecha costumbre contra la cual quisiera protestar. Consiste en negarse totalmente a expresar la opinión de los demás tal cual es; y a considerarla según sus propios méritos. El escritor moderno debe suponer que es cuestión de elegir entre su propia opinión extrema y algo que está en la otra punta.

Hallé un ejemplo curioso en un libro excelente de Cicely Hamilton llamado Modern Germanies. Hacia referencia a la secta de los nudistas, que han renovado la vieja herejía de los adamitas y andan muy tranquilos sin ropa, y se toman muy en serio; como si la desnudez fuese un invento moderno. Creo que la señorita Hamilton en verdad vaciló un poco, pues sus instintos de persona civilizada la llevaron a reír, y sus instintos de progresista, a aplaudir. Entonces, ¿qué hace? Inmediatamente, repite la vieja historia de Pablo y Virginia, la novela muy artificial y sentimental del siglo XVIII, en la que la heroína se ahoga porque se niega a quitarse la ropa. Luego, agrega que, si «ella tuviera que elegir» entre Virginia y alguna chica alemana que encuentra más cómodo andar sin ropa, elegiría a ésta.

Pero, antes que nada, ¿por qué tendría ella que «elegir»? ¿Por qué no considera el nudismo por sus propios méritos, y la opinión que la gente cuerda tiene de la ropa también por sus propios méritos? Si tengo que juzgar a un borracho, lo haré sin tomar por los cabellos la comparación con un faquir loco que deliberadamente murió de sed en el desierto. Si tengo que juzgar a un avaro, lo llamaré avaro, a pesar de la existencia de un noble vienés loco y borracho, que arrojó diez mil monedas de oro a una alcantarilla. No alcanzo a entender por qué la señorita Hamilton recurre a una extravagancia para justificar otra.

En segundo lugar, si supone que Virginia representa la moral normal, tradicional o cristiana, probablemente esté muy equivocada. Muchas autoridades cristianas le dirán que su idea del sacrificio se acercaba mucho al pecado de suicidio. Porque Pablo y Virginia no se escribió en un período cristiano, sino en uno muy pagano, cuando la Francia prerrevolucionaria estaba enamorada de los estoicos paganos que no desaprobaban el suicidio. La historia misma se basa, en gran parte, en un viejo romance clásico. No puede tomarse como típico del cristianismo moderno, ni siquiera del medieval. Es justo recordar que, en este aspecto, Virginia es una heroína pagana, y Godiva, una heroína cristiana.

Finalmente, no estoy muy seguro de que elegiría a la muchacha alemana, aunque me obligaran a elegir. Podemos pensar que se hace un sacrificio a un código de honor equivocado, pero el sacrificio está ahí; y ahí reside el honor.

No hay razones para suponer que la nudista sabe siquiera lo que significa honor para nosotros. Nada sabemos de ella, excepto que no sabe lo que para nosotros significa dignidad. Como muestra llana de psicología práctica, creo que es muy posible que la pobre muchacha equivocada, que murió por su dignidad, también moriría por su país, por sus amigos, por su fe, por su promesa o por cualquier obligación digna. De la otra mujer nada sabemos, excepto que (como el cerdo y los otros animales) se siente más cómoda sin ropa. A mí me parece que es un fundamento insuficiente para inspirar confianza moral".

Info-ética

"El Papa propone una info-ética

para que los medios respeten a la persona"

noticia en www.zenit.org, jueves 24 de enero de 2008

Benedicto XVI ha propuesto este jueves una «info-ética» para que los medios de comunicación respeten la dignidad de la persona.

Es la propuesta que lanza en el mensaje que ha escrito con motivo de la 42ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el 4 de mayo, con el tema: «Los medios: en la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla».

En su misiva, que fue presentada este jueves a la prensa internacional por el recientemente nombrado presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, el arzobispo Claudio Maria Celli, el Papa ve con esperanza los enormes cambios que está experimentando la comunicación gracias a las nuevas tecnologías.

Y es que sin ética, reconoce, existe el riesgo de que los medios «se transformen en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento».

«Éste es el caso de una comunicación usada para fines ideológicos o para la venta de bienes de consumo mediante una publicidad obsesiva», denuncia. Según constata la misiva pontificia, «el papel que los medios de comunicación han adquirido en la sociedad debe ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio».

«Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social --advierte--, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así la libertad y la vida misma de las personas».

Precisamente por eso, según el mensaje papal, «es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad».

En este sentido, el Santo Padre considera que «es necesaria en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida».

El Santo Padre alienta a «evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo».

Por el contrario, escribe, «pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla».

«Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social», asegura.

Según el sucesor del apóstol Pedro, «utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector». Ahora bien, aclara, es una tarea que «nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social».

Según reconoce, «los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación» y tal vez ésta es una «maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles» «las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana». Como es tradición, el mensaje del Papa se hizo público, en la Oficina de Información de la Santa Sede, en la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

La verdad os hará libres

"[Católicos neoliberales], la verdad os hará libres"

artículo de juan manuel de prada en el suplemento el semanal,

sábado 19 de enero de 2008

Llama la atención que en los Evangelios no se haga denuncia alguna de la esclavitud; y que, sin embargo, ya entre los primeros cristianos fuese costumbre manumitir a sus esclavos. Resulta casi imposible detectar en las palabras de Jesús alusiones que lo liguen a las contingencias de su tiempo; pero la esclavitud no era, desde luego, una mera contingencia, sino una realidad oprobiosa sobre la que se sostenía un orden social injusto. Jamás la condenó Jesús; y, sin embargo, sus seguidores más coherentes se distinguieron enseguida combatiéndola.

¿Cómo podemos explicar esta aparente contradicción? Hay una frase de Jesús que vale por todo un tratado abolicionista; una frase que ha propiciado las más diversas interpretaciones tergiversadoras, pero que en su escueta simplicidad incorpora un inequívoco mandato: «La Verdad os hará libres».

Esa Verdad a la que Jesús se refiere es Él mismo: abrazándola, el hombre se libera de toda esclavitud; e, inevitablemente, quien la abraza no puede soportar que quienes están a su lado sigan sujetos a ella. Jesús se convierte así en el gran libertador; pero la libertad que promete es una libertad que se funda sobre un vínculo (y quienes hayan estudiado latín saben que `vínculo´ significa cadena): el cristiano es libre, y cree en la libertad de los demás, porque está encadenado a Jesús.

Creo que fue Chesterton quien definió a los católicos como esa gente que se había puesto de acuerdo sobre los catorce puntos del Credo, para poderse sentir libre y disentir en todo lo demás. Se trata de una libertad fundada sobre el vínculo que entablamos con la Verdad en la que creemos, muy distinta de la libertad que nos ofrece nuestra época, que es básicamente una incitación a desprendernos de cualquier vínculo, esto es, una incitación insidiosa a la esclavitud.

La verdadera libertad es aquella que nos libera de la contingencia, aquella que nos ata a un algo permanente, como el náufrago se ata al mástil; la libertad a troche y moche que proclama nuestra época es en realidad el extravío del náufrago que ni siquiera tiene una tabla a la que agarrarse y se deja arrastrar por las corrientes: queremos ser libres para envilecernos, libres para hacer con nuestra vida lo que nos dé la gana, libres para destruirnos.

Leonardo Castellani, un escritor argentino hoy olvidado, formidable detractor del liberalismo, escribió en cierta ocasión: «La verdadera libertad es un estado de obediencia. El hombre se liberta de la corrupción de la carne obedeciendo a la razón, se liberta de la materia sujetándose al perfil diamantino de una forma, se liberta de lo efímero atándose a un estilo, de lo caprichoso adaptándose a los usos; se liberta de su infecundidad solitaria obedeciendo a la vida, y de su misma vida caduca y mortal se liberta, a veces, perdiéndola en obediencia.

Aquel que dijo: `Yo soy la Vida´. (...) La máxima libertad nace del máximo rigor, dijo Leonardo da Vinci: porque el hombre es más libre a medida que es más fuerte, y la obsesión de la libertad es la prueba de la máxima debilidad, que es la debilidad de la mente». La libertad se ha convertido en uno de los talismanes más hinchados de nuestra época: la invocan a porrillo los políticos de izquierda y de derecha; la anteponen a cualquier otro principio, quizá porque carecen de principios. Más sorprendente me resulta que este lenguaje haya contagiado a muchos católicos españoles; pues la libertad en el católico es el corolario natural de una adhesión a la Verdad, nunca un apriorismo sobre el que se pueda fundar la vida.

Ahora entre los católicos españoles se está poniendo de moda proclamarse `liberal´ o `neoliberal´, que es tanto como presumir de doncella y regentar un burdel. Y lo que caracteriza a estos católicos liberales o neoliberales es, precisamente, la conformidad en aquello en lo que deberían disentir, según la definición de católico que aportaba Chesterton, esto es, en lo que afecta a lo contingente, a la cetrina política.

A veces me pregunto si esos católicos que tan unánimes se muestran en lo que deberían porfiar y discutir no habrán extraviado el sentido de obediencia y adhesión a la Verdad. Concluiré este artículo citando otra vez a Castellani: «El filósofo Santayana soñó una vez que veía pasar cuatro caballeros en cuatro caballos, negro, alazán, bayo, y el último era blanco. Los vio pasar empenachados y armados y les dijo: `¿Adónde van?´. `Vamos a libertar a los pueblos´, le contestaron. `¿Libertarlos de qué?´, les gritó el filósofo. El hombre coronado del caballo blanco le dijo: «De las consecuencias de la libertad».

Benedicto XVI y la esperanza

"[Cultura del miedo] El mal oscuro de nuestro tiempo,

la falta de esperanza"

articulo john flynn en www.zenit.org, domingo 20 de enero de 2008

En su mensaje para el Año Nuevo, Benedicto XVI animaba al mundo a redescubrir la virtud cristiana de la esperanza. En su homilía durante las vísperas del 31 de diciembre que marcaban el fin del 2007, el pontífice se refirió a la falta de esperanza y confianza en la vida que prevalece en la sociedad occidental moderna, definiéndola como una mal «oscuro».

Desde la publicación de su encíclica sobre la esperanza, «Spe Salvi», el Papa ha vuelto ha hablar en varias ocasiones sobre el tema. El 2 de diciembre, durante el ángelus del primer domingo de Adviento, comentaba cómo la ciencia moderna ha intentado confinar la fe y la esperanza a la esfera privada. Explicaba que esto tiende desgraciadamente a privar al mundo de esperanza. «No cabe duda de que la ciencia contribuye en gran medida al bien de la humanidad, pero no es capaz de redimirla», afirmaba el Papa.

Posteriormente, en el inicio del discurso que precede a la bendición «urbi et orbi» (a la ciudad de Roma y al mundo) del Día de Navidad, el Papa decía: «Un día de gran esperanza: hoy el Salvador de la humanidad ha nacido». El nacimiento del niño Jesús, «trae normalmente una luz de esperanza a quienes lo aguardan ansiosos», añadía.

El Santo Padre no es el único en percibir cuánto necesita redescubrir la esperanza la sociedad contemporánea. El 1 de enero el New York Times publicaba un artículo titulado «In 2008, a 100% Chance of Alarm» (En el 2008, un 100% de oportunidades para la alarma).

El artículo se refería a las constantes advertencias sobre el cambio climático, y cómo los medios suelen tender a centrase en las advertencias más pesimistas. Demasiados periodistas y científicos, sostenía el artículo, están constantemente a la búsqueda y captura de un nuevo pecado - excesos de emisiones de carbono.

Esto suele dar lugar a artículos engañosos. El New York Times observaba cómo los británicos pronosticaron que el 2007 sería el más cálido del que se tiene registro. Resultó que no fue así, pero en cualquier caso, al final del año, la BBC exclamaba que los datos del 2007 habían confirmado la tendencia al calentamiento. El artículo del Times también observaba que los medios ignoran las últimas evidencias sobre el enfriamiento de la Antártica, junto con los altos niveles de hielo, en contraste con la amplia publicidad dada a los más bajos niveles de hielo en el Ártico.

Asústate

Las tácticas del miedo también son comunes en política. El 24 de diciembre la revista Newsweek dedicaba un artículo de cuatro páginas a examinar cómo muchos de los candidatos en la campaña presidencial de Estados Unidos usan el miedo. «Un candidato que descuida el factor miedo debería tener listo un discurso de reconocimiento oficial de su derrota», concluía el artículo.

En un libro publicado en noviembre, Christopher Richard y Broker North consideraban el alto coste de los miedos excesivo. Corremos el riesgo de caer en una nueva época de superstición, advierte «Scared to Death: From BSE to Global Warming: Why Scares are Costing Us the Earth» (Continuum) (Sustos de Muerte: del Mal de las Vacas Locas al Calentamiento Global: Por qué los Miedos nos están costando la Tierra).

Existen amenazas ciertas, admiten los autores. Pero demasiado a menudo se exageran las evidencias científicas preliminares, los medios inflan los peligros, y los políticos imponen nuevas leyes, con altos costes económicos, afirman Richard y North. Por ejemplo, cuando en 1996 surgió el BSE, o mal de las vacas locas, los reportajes de los medios predijeron cientos de miles de muertes. Un periódico llegó tan lejos que pronosticó medio millón de muertes al año. El número final de muertes llegó a cerca de las 200.

En su conclusión del análisis de casi 500 páginas de los miedos alimentarios y medioambientales de los últimos años, los autores observan que el miedo se debe, en parte, a la secularización de la sociedad. Una vez que la gente ya no saca el significado de sus vidas de la religión, el valor más alto para la sociedad está en la existencia corporal. Además, la necesidad de encontrar sustitutos a las nociones de pecado y mal anima a presentar los peligros de forma apocalíptica.

Enfoque negativo

Otros autores también han comentado la naturaleza cada vez más temerosa de la sociedad moderna. En el 2005, el sociólogo británico Frank Furedi publicaba la tercera edición de su libro «Culture of Fear» (Continuum) (La Cultura del Miedo).

Furedi advertía que corremos el riesgo de dejarnos dominar por la creencia de que la humanidad se enfrenta a fuerzas destructivas que amenazan nuestra existencia. Los miedos van de los asteroides asesinos a los virus letales y al calentamiento global. Un corolario de la cultura del temor es que celebramos el victimismo más que a los héroes, y las personas se dan prisa en probar que merecen asesoramiento y compensaciones, en lugar de animar a la iniciativa.

Furedi amplió su análisis con otro libro, publicado en el 2005, «Politics of Fear» (Continuum) (La Política del Miedo). Observaba que los términos derecha e izquierda ya no son adecuados para describir la política. En su lugar, el ambiente cultural actual es de escepticismo, relativismo y cinismo, que conduce, en la arena política, a lo que Furedi denomina «el conservadurismo del miedo».

A pesar del conservadurismo del pasado, que creía en el carácter único del ser humano, el actual conservadurismo se guía por un «profundo impulso misantrópico». «El ethos de la sostenibilidad, el dogma del principio de precaución, la idealización de la naturaleza, de los 'orgánico', todo ello expresa una desconfianza misantrópica en la ambición y experimentación humanas».

Oscuridad

La contraparte teológica a este análisis sociológico y político se recoge en la reciente encíclica del Papa. En ella comienza observando la novedad del mensaje cristiano de esperanza. San pablo, observaba el Pontífice, decía a los efesios que, antes de entrar en contacto con Cristo, no tenían en el mundo «ni esperanza ni Dios» (Efesios 2:12). Los dioses paganos eran cuestionables y los mitos contradictorios, añadía la encíclica. Por eso, sin Cristo «e hallaban en un mundo oscuro, ante un futuro sombrío» (No. 2).

Los cristianos, en contraste, saben que sus vidas no terminarán en el vacío, incluso aunque los detalles de su vida futura no estén claros. Esta certeza cambia nuestras vidas y, así, el mensaje cristiano, continuaba el Papa no es sólo informativo sino que cambia la vida. «Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva».

La actual crisis de fe en la sociedad moderna es «sobre todo una crisis de la esperanza cristiana», explicaba el Papa (No. 17). La encíclica anima por tanto a un diálogo entre la modernidad y el cristianismo, y su concepto de esperanza. En este diálogo, los cristianos «tienen también que aprender de nuevo en qué consiste realmente su esperanza, qué tienen que ofrecer al mundo y qué es, por el contrario, lo que no pueden ofrecerle» (No. 22). Por su parte, la sociedad contemporánea necesita reexaminar su fe sin críticas en el progreso material y científico. Benedicto XVI no rechaza el progreso, pero observa que es ambiguo.

El progreso

«Indudablemente, ofrece nuevas posibilidades para el bien, pero también abre posibilidades abismales para el mal, posibilidades que antes no existían», observaba. El verdadero progreso, añadía el Papa, necesita también un progreso ético, y si la razón se abre a la fe, se vuelve posible distinguir entre el bien y el mal.

La encíclica no menosprecia el progreso material y científico y, de hecho, Benedicto XVI reconocía la necesidad de «tener esperanzas -más grandes o más pequeñas-, que día a día nos mantengan en camino» (No. 31). «Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan», añadía el texto. «Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto», concluía el Papa.

Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza, observaba. Quizá, por tanto, no deberíamos sorprendernos del estado de miedo de la sociedad moderna. Junto con la ciencia, la humanidad necesita redescubrir su fe en Dios, si quiere superar las causas más profundas de sus miedos.

"El País y el sentido común

"¿Cómo llegar al sentido común

a partir de un diario anticlerical?"

articulo de jose maría martinez, Catedrático de lenguas modernas

de la universidad de texas pan-americana, en www.conoze.com,

martes 22 de enero de 2008

En la España de los ochenta solía yo leer de vez en cuando algunas secciones de «El País», especialmente las de cultura y sociedad, pues la política ya entonces me daba cortocircuitos y migrañas. Y no dejaba de llamarme la atención la demonización continua que el periódico hacía del entonces Prefecto para la Congregación de la Fe, el cardenal Ratzinger, que siempre aparecía en fotos con cara de pocos amigos, subtítulos alusivos a la Inquisición y clarificando o condenando o alguna idea o posición secular o religiosa implícita o explícitamente bendecida por el periódico.

Hasta que hubo un momento en que tanta maldad acumulada en una sola persona empezó a parecerme extraña. Poco a poco había ido formándose en mí una imagen del cardenal equivalente a la de un segundo Hitler, un segundo Stalin o algo parecido. Y la verdad empecé a sospechar que en este caso no era carbón todo lo que relucía. Al menos por la sencilla razón de que todos los hombres y mujeres tienen algo bueno escondido por alguna parte, y que, como en literatura, los personajes planos son los menos reales.

Así que seguí alimentando mis sospechas y di el paso heroico para un lector de «El País»: ir a la fuente yo mismo y desconfiar del pontificado de la redacción. Al fin y al cabo por entonces estaba empezando mi tesis doctoral en crítica literaria y una de las ideas básicas en que me insistía mi director —que creo que era lector de «El País»— era la de comenzar por la consulta personal de las fuentes primarias, sin intermediarios de ningún tipo.

En otras palabras, ya que viajar a Roma y conseguir una audiencia con el cardenal me parecía inviable, me hice con uno de los libros más denostados por el magisterio del periódico, el Informe sobre la fe, una larga entrevista de Vittorio Messori al cardenal. Y lo que encontré allí no fue sino una cabeza objetiva y brillante, un razonamiento frío, articulado y lógico, pero a la vez humano, y una personalidad nada agresiva ni autoritaria, nada amiga de estereotipos y realista, y también paciente y sencillamente abierta al diálogo. Y una visión de la Iglesia completa y bien redondeada, donde se distinguía entre las limitaciones humanas de sus integrantes y la misión especial de la misma.

También recuerdo sobre todo algunas de las semiprofecías que se han ido cumpliendo: secularización progresiva de Europa pero crecimiento del cristianismo a nivel mundial, globalización y simplificación de las ideas, relativismo moral, etc.

Tanto me impresionó el libro que empecé a leer a Ratzinger con más frecuencia que «El País» y a concluir definitivamente que ni la persona que escribía así podía ser un ogro ni lo que decía podía venir de una mente dominada por la manía persecutoria, características éstas que empezaba a ver más propias del periódico y todo su aparato. Siguieron más lecturas de sus libros y entrevistas ( Cooperadores de la Verdad, La sal de la tierra, Dios y el mundo, etc.) e incluso visitas y descargas de la página de internet de sus fans, y concluí que no estaría nada mal que sus libros se convirtiesen en best-sellers.

Este "sueño literario" se hizo realidad tras su elección como Papa, pues sus libros se empezaron a vender como pan caliente, a ser codiciados por los agentes literarios como cualquier novela de Stephen King y alguno de ellos, como el actual Jesús de Nazaret, a ocupar el número uno de las listas (no he podido comprobar si «El País» ha admitido esto).

Y también me parece que al pasar al primer plano que antes ocupaba Juan Pablo II, ha quedado claro que su carácter es más el de un manso y sabio padre de la Iglesia que el de un loco cazador de brujas. No sé qué habrán hecho con aquella imagen anterior en los archivos de «El País», y presumo que quizá, como en la orwelliana 1984, andarán ahora retocando y ajustando los artículos y las fotos referidos al cardenal, para que la Historia no les saque los colores.

He de decir que ya apenas leo «El País», y que por ello he experimentado un poco eso de «La verdad os hará libres». Y creo también que el director de mi tesis habrá aplaudido mi recurso a las fuentes primaria

jueves, 24 de enero de 2008

Benedicto XVI y la Universidad de la Sapientia

"Benedicto XVI triunfa en su no visita a la Sapienza de Roma"

noticia en el diario el mundo, viernes 18 de enero de 2008

Benedicto XVI disfrutó ayer en ausencia de una de las mayores ovaciones de su Pontificado. A pesar de que el Papa no acudió a la Universidad de la Sapienza, el discurso que Joseph Ratzinger tenía provisto pronunciar fue leído en el aula magna del ateneo durante los actos de inauguración del nuevo año académico. Y acogido con fuertes aplausos por los asistentes a la ceremonia.

La crisis desencadenada por las protestas que algunos profesores y alumnos habían manifestado por la visita del Papa a la vieja universidad romana se ha acabado transformando en un éxito para el Vaticano. En tan sólo unos días, Benedicto XVI ha pasado de ser el reaccionario que seis siglos después de que Galileo fuera condenado por la Inquisición aún defendía que el astrónomo había tenido un juicio justo, a convertirse él mismo en víctima de la intolerancia y la censura. Y ese cambio de percepción quedó ayer plenamente en evidencia en la Universidad de la Sapienza que, a pesar de la cancelación de la visita del Papa, se vio rodeada de fortísimas medidas de seguridad.

Fueron muy minoritarias las manifestaciones que se registraron en el centro, en buena parte a causa del potente dispositivo de seguridad desplegado. Es verdad que hubo algunos estudiantes que, en medio de la polémica sobre la anulación de la visita del Papa, se manifestaron a favor de la independencia de la universidad y del laicismo en el mundo académico. Pero la mayoría de las protestas estuvieron dirigidas, no contra el Pontífice, sino contra el alcalde de Roma, Walter Veltroni; el ministro de Universidades, Fabio Mussi; y el Gobierno en general.

Críticas

Lo que imperó ayer en la Sapienza no fueron las críticas contra el Papa sino contra las protestas que inclinaron el lunes a Benedicto XVI a suspender su visita al ateneo romano. De hecho, el rector de la Universidad, Renato Guarini, ya ha asegurado que piensa hacer llegar una nueva invitación al Pontífice a visitar el centro. «Creo que actuando así cumplo con el deseo de la mayoría de la comunidad académica de la Universidad de la Sapienza», aseguraba. Y, por supuesto, absolutamente todas las personalidades que ayer acudieron a la ceremonia de apertura del nuevo año académico condenaron duramente las protestas contra la visita del Pontífice a la universidad y salieron en defensa del Papa.

«Lo sucedido es inaceptable para un demócrata», aseguraba Walter Veltroni, alcalde de Roma y líder del Partido Democrático, la gran formación del centro-izquierda (...). No puede volver a suceder, por ningún motivo, que la intolerancia le quite la palabra a nadie. Y menos aún si se trata de un discurso sobre los derechos universales y de Benedicto XVI, un punto de referencia moral, espiritual y cultural para millones de personas».

En la misma línea se pronunciaba también Fabio Mussi, el ministro de Universidades. «No entiendo por qué Benedicto XVI no puede hoy pronunciar en persona el discurso que ha escrito para esta ceremonia», decía.

Y qué decir del discurso pronunciado por el rector Guarini, asegurando que las decisión del Papa de no participar en la ceremonia de la apertura del nuevo año académico se debía «a manifestaciones de intolerancia que, aún siendo minoritarias, van más allá de la expresión del legítimo disenso».

Fue el profesor Piero Marietti el que se encargó ayer de leer el discurso del Papa en los actos de apertura del 705º año académico de la Sapienza, entre los encendidos aplausos de los asistentes. «No vengo a imponer la fe, pero sí a pedir el coraje para la verdad», comenzaba diciendo el discurso de Benedicto XVI. «¿Qué tendría que hacer o decir el Papa en la Universidad? Ciertamente, no imponer de modo autoritario la fe a otros, que sólo puede darse a otros en libertad», continuaba el profesor Marietti, leyendo el discurso de Benedicto XVI.

«La Sapienza fue alguna vez la Universidad del Papa, pero hoy es una universidad secular con la autonomía que ha sido parte de la naturaleza de cualquier universidad, comprometida sólo a la autoridad de la verdad».

El periodista ateo que cree en la fe de Benedicto XVI


artículo de juan josé garcia noblejas, porfesor de comunicación institucional, en

miercoles 28 de noviembre de 2007

Giuliano Ferrara es un periodista italiano, bien conocido como director del diario de opinión Il Foglio y como habitual en programas de debate en las televisiones. Gordo, barbudo, inconformista, muy poco políticamente correcto, piensa lo que dice y dice lo que piensa.

Sus ideas y opiniones son habitualmente escuchadas con respeto. Algo que –no pocas veces- parece confundirse con el temor a que Ferrara esté en lo cierto.

Pero, a pesar de ese respeto más o menos reverencial, Ferrara tienen más admiradores que seguidores.

Hace poco habló en el telediario de la Rai acerca de la actitud sensata de Ian Wilmut, el científico padre de la oveja Dolly, al decidir abandonar los experimentos de clonación con embriones humanos, y tomar el camino de Shinya Yamanaka y las células adultas. Algo que muy probablemente dejará como recuerdo el debate sobre la clonación terapéutica.

El caso es que Giuliano Ferrara es y se declara ateo.

También hace poco, en el diario Avenire (Ferrara: io, ateo devoto, credo nella fede del Papa in Gesù), se ha preguntado por qué el Papa ha escrito un libro sobre Jesús, si la Iglesia lleva hablando de lo mismo desde hace tanto tiempo.

Y responde diciendo que la respuesta es muy simple:

"Benedicto XVI no se limita a creer en el Jesús de los evangelios, sino que añade algo a su fe. Añade que la figura de Jesucristo es lógica, históricamente sensata y convincente, sólo si se la examina y argumenta racionalmente a la luz de los evangelios.

Sin argumentación racional, sin recurrir de modo crítico al método histórico, Jesús se convierte en una abstracción, pierde contacto con el tiempo, con la historia, con la creación, con la humanidad y su ethos, con la vida y su sentido, y se convierte en una figura desvaída, separada de la realidad del ser y del ser de la realidad."

Luego se plantea lo que cualquiera que le conozca le puede decir:

"Y tú, ¿cómo vas a discurrir sobre el Hijo de Dios si no crees? Esta es mi respuesta: mi razón me habla de su límite. Si no fuera capaz de reconocerlo, sería dueño de mi vida y de mi muerte, sería un nihilista (…) Creo que el otro, la persona humana, incluso solo su proyecto o solo su recuerdo, es titular de derechos que al mismo tiempo son deberes para mí (…) Creo que no todo sea negociable y relativo. Y esto es ya creer bastante, puedo asegurarlo.


Además, creo en la fe de los demás, la respeto y la amo, y en cierto modo la deseo. La inexistencia de mi fe no me lleva a considerar la fe, sobre todo la fe de los simples, de los pequeños, como una variante de la superstición o del fanatismo.

Y si, luego, la fe de los demás se me presenta con el vigor y la pasión racional de un magnífico libro de teología, si el saber de la fe y la fe en el saber de un Papa me enseñan algo de mucho valor que atraviesa la historia, pero sin agotarla ni agotarse en ella, entonces crecen desmesuradamente mi inquietud, mi curiosidad y mi confianza."

Bien mirado, Ferrara es y se dice (por el momento) un ateo racional, como Dios manda.